CAPÍTULO 2 ICYD 2023

Formación permanente entre los graduados superiores

que la población adulta tenderá a formarse y convertirse en estudiantes de facto , de nuevo. En este escenario, las universidades, centro neurálgico de la transmisión del conocimiento, pueden y deben desempeñar un papel protagonista en la formación de la población adulta española, entrando a competir con otros proveedores (incluso las big tech ), dando respuesta a estas nuevas necesidades de formación. En este sentido, la reciente LOSU, Ley Orgánica 2/2023, de 22 de marzo, del Sistema Universitario, pone el foco en que la formación a lo largo de la vida sea una función básica de la universidad y para ello contempla la posibilidad de introducir y fomentar las microcredenciales. Más en concreto, en su artículo séptimo, apartado primero, establece que las universidades « podrán impartir enseñanzas conducentes a la obtención de títulos propios, incluidos los de formación a lo largo de la vida » y en el apartado quinto que « la formación a lo largo de la vida podrá desarrollarse mediante distintas modalidades de enseñanza, incluidas microcredenciales, micromódulos u otros programas de corta duración » . Asimismo, el Ministerio de Universidades aprobó en 2023 una partida de 50 millones de euros para financiar planes de microcredenciales de formación permanente en las universidades españolas. Adicionalmente, se ha abierto la posibilidad de que personas sin titulación universitaria puedan participar en actividades de formación permanente en las universidades. Así, en la disposición adicional décimo séptima de la LOSU se establece que « las personas que no posean ninguna titulación universitaria habilitante para acceder a las titulaciones de formación permanente y que puedan acreditar experiencia laboral o profesional con

(alrededor de 7,5 puntos porcentuales) se registró entre los graduados superiores de 35 a 54 años. En cuanto al tipo de actividad de formación permanente, las más seguidas fueron las de educación no formal relacionadas con el trabajo. Estas actividades no formales fueron las principales responsables del incremento en el porcentaje de población adulta con educación superior que realiza formación permanente, ya que la proporción de titulados en enseñanza terciaria que siguen actividades de educación formal se estancó desde 2019. Atendiendo a las diferentes características del perfil de la población, como se observa en la infografía 7, en prácticamente todos los casos el dato español en 2022 supera al correspondiente a la Unión Europea y también ha sido superior su incremento desde 2019. Las únicas excepciones se encuentran en la realización de actividades de educación no formal no relacionadas con el trabajo (en la UE hay un mayor porcentaje de graduados superiores siguiéndolas en 2022) y en el incremento desde 2019 del porcentaje de población adulta graduada superior que realiza actividades de educación formal (aumentó una décima más en la UE que en España). Recapitulando, los graduados superiores españoles realizan en más proporción formación permanente que los del conjunto de la Unión Europea, lo cual podría relacionarse con el hecho de que, como también se ha comprobado en este informe, sus indicadores de inserción laboral son menos positivos. Sería necesario analizar con más detalle, con estudios específicos, si aquellos graduados

superiores españoles que realizan formación permanente consiguen mejorar su inserción laboral y acercarse a los estándares europeos y qué perfil tienen aquellos que más lo logran, qué tipo de formación siguieron y en qué aspectos han mejorado (encontrar un empleo más acorde o promocionar y conseguir más salario, por ejemplo).

Según datos de la LFS de Eurostat, el 24% de los graduados superiores de entre 25 y 64 años realizaron actividades de formación permanente en España en 2022. Esta cifra está por encima de la registrada por la Unión Europea en algo más de cuatro puntos porcentuales (cuadro 12) y sitúa a España en la posición novena entre las 27 naciones de la UE, mismo lugar que ocupa al considerar el conjunto de la población con independencia del nivel de estudios. De nuevo, los países por encima del nuestro son los nórdicos (Suecia 44%, Dinamarca 33,8%, Países Bajos 33,7% y Finlandia 30,9%), además de Eslovenia (34,2%), Estonia (30,8%), Austria (26,4%) y Luxemburgo (24,5%). Respecto a 2019, el incremento español en esta proporción de graduados superiores realizando actividades de formación permanente ha sido de 6,5 puntos porcentuales, el quinto mayor crecimiento de los 27, y que contrasta con el aumento de 1,1 puntos de la Unión. Igual que sucedía al considerar toda la población, en 2019 España tenía un registro inferior al de la UE (17,5% frente a 18,7%), situándose en la posición 14 de 27. Tal y como ilustra la infografía 7, en España en 2022, las mujeres graduadas superiores fueron las que participaron en mayor medida en actividades educativas y formativas, y también fueron ellas las que experimentaron el mayor incremento relativo en su participación desde 2019. Referente a la edad, los jóvenes fueron el grupo con la mayor tasa de participación en la formación permanente. Sin embargo, el mayor incremento en la participación relativa

Formación permanente y universidades

La población objetivo del sistema universitario español es la comprendida entre los 18 y 30 años, no en vano significan más del 80% del total de matriculados en grados, másteres oficiales y doctorados. Sin embargo, esta población, según las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística, se reducirá en el horizonte 2050 en casi 175.000 personas, pasando de significar el 13,9% de la población española en 2023 al 12,2% en dicho año 2050. Estas cifras implican que empezará a ser cada vez más necesario que las universidades se abran a otro tipo de público si quieren mantener/incrementar el ritmo de su actividad, es decir, expandirse entre los potenciales estudiantes más mayores que necesiten seguir formándose, ya tengan o no estudios universitarios. Como se ha visto en esta sección, el interés por la formación permanente en España está aumentando en los últimos años, y es previsible que lo haga más en el futuro, en un entorno cada vez más cambiante y dominado por las nuevas tecnologías. La necesidad de mejorar los conocimientos y competencias, y de reciclarse con otros nuevos ( upskilling y reskilling ) será cada vez más apremiante para continuar en el mercado laboral, con lo

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