1. Introducción
La constante aparición de innovaciones, el desarrollo de la economía digital, así como los cambios en los usos sociales, han transformado nuestro entorno de forma acelerada e impredecible. Como se recoge en el World Economic Forum: “vamos muy rápido y nadie sabe hacia dónde vamos”. 1 Este cambio tecnológico global y acelerado plantea enormes desafíos para el sector público. Podemos imaginar un futuro utópico, el de la reinvención de administraciones y gobiernos para reforzar las democracias, pero también podemos concebir escenarios distópicos que condenarían lo público a la irrelevancia. No es una cuestión menor: la eficiencia y la eficacia del sector público está en juego, y también lo está su capacidad para anticiparse a la sociedad a la que debe servir. En este escenario cobra gran importancia el papel de las administraciones, no sólo como promotores de la innovación, sino también como sujetos innovadores en sí mismos, susceptibles de serlo todavía en mayor medida en todas sus funciones. La regulación es una de esas funciones, que permite a las administraciones, en todos los niveles, ordenar el comportamiento de los agentes económicos e introducir cambios en el entorno, con el objetivo de preservar el bienestar del conjunto de la sociedad. De ahí la importancia de conocer y promover las diferentes herramientas que legisladores y gestores
podrían implementar para dar una respuesta regulatoria más ágil, segura y eficaz a los retos presentes y futuros.
La aplicación de nuevos desarrollos tecnológicos y en especial la aplicación masiva de tecnologías digitales plantean desafíos en todos los ámbitos de actividad, que desbordan las reglas del pasado. Los sectores financieros, energético, de transporte, el sector de salud, son solo algunos ejemplos. El futuro del trabajo, la ciberseguridad, la
1 https://www.weforum.org/agenda/2017/04/the-end-of-forecasting
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