Patio y circulación transversal cubiertos con celosías (© foto Hugo Segawa).
Oratorio con estanque y espejo de agua hacia el Océano Pacífico (© foto Glenda Kapstein).
Casa de Retiro, capilla (© foto Glenda Kapstein).
“(…) El juego de palabras insinuado en el título del capítulo (…) llama la atención sobre las visiones con prejuicios de una producción arquitectónica de alta especificidad, como la amazónica o la de regiones desérticas, pero que ostenta en sus fundamentos un carácter universalista y sabio en su relación con el ambiente (…)” 20 . Sin duda la confluencia del desierto y el mar fue buen pretexto para situar el espacio intermedio de forma gloriosa, y es en esta obra donde la tesis de lo ambiental se reúne con lo territorial a partir de la Casa de Retiro, evidenciado por la obra en sí y reconocido por historiadores como Segawa y Eliash entre sus cualidades primordiales. Posteriormente, en las propuestas para Cantalao y la iglesia del Campus San Joaquín estas ideas de lo territorial tomarán mayor énfasis y determinarán la exploración formal, sobre trazados diagonales, que surgen naturalmente de la lectura del lugar. No deja de ser relevante el uso del concepto de “ciudadela” para el desarrollo del proyecto. En una organización estructurada sobre la base de terrazas, muros y volúmenes puros, se sitúan los salones y habitaciones organizados por una red de espacios intermedios a base de celosías, pasillos y patios. Esta forma de organizar el partido general conecta la obra con la formación en tiempos de la tercera modernidad, coincidiendo con una observación del propio Humberto Eliash sobre la Casa de Retiro y su relación con el suelo donde hace el paralelo entre esta implantación y la Hostería de Chañaral de BVCH (1960-61), obra emblemática de arquitectura moderna adecuada al norte de Chile 21 . Y, claro, nos remite a la formación inicial de Kapstein en Madrid junto a Candilis, desarrollando la Universidad Autónoma y el discurso de la última modernidad. Una modernidad que evoluciona, la ciudadela, y una morfología que recupera lo vernáculo y articula los trazados territoriales.
La escala del paisaje ha sido definitoria en esta estimulante configuración territorial, y es lo que más destacan prácticamente todas las publicaciones que se han hecho sobre la Casa de Retiro. Sin embargo, poco se ha comentado de la unidad menor, donde se puede apreciar la escala humana en el conjunto: la unidad del dormitorio. El espacio íntimo está diseñado con tanto esmero que merece ser reivindicado el otro extremo de las escalas del discurso de Kapstein, la preocupación por el cuerpo. En orden, el espacio del dormitorio nace con un espacio articulador, el pasillo, que media entre los grandes desniveles-terrazas, en los muros y suelos; y con la luz del desierto, con las celosías. El interior del dormitorio es razonable en dimensiones. Las alturas están todas muy dimensionadas, articulando las escalas del cuerpo y del paisaje. En ese sentido, un mesón, donde nace la ventana que llega hasta el cielo, tiene la altura necesaria para servir a su fin, pero también continúa como piso de la terraza hacia el exterior. Su altura es la precisa para ver el horizonte del mar desde la cama. Para llegar a la terraza se atraviesa una puerta angosta y una pequeña escalera. La plataforma es una suerte de promontorio sin barandas, lo que aumenta la percepción de amplitud del espacio. Es en esta terraza donde se produce la última articulación del cuerpo, en la acción ascendente de salir, y en la cubierta de celosía que sobresale, por sobre el volumen, definiendo un altura mínima donde calza justo una persona de pie.
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