Carlos Ferrater toma un trozo de papel, un lápiz grafito y comienza a inventar a mano alzada una estructura, sin fijarse demasiado en formalidades como la limpieza de los trazos o la rectitud de sus líneas. Cuando ya puede distinguirse el volumen de una edificación, de pronto detiene el dibujo y mirándolo fijamente sostiene que muchos de sus proyectos “han nacido desde esa hoja improvisada que se traza en el avión o en lugares insólitos. El resultado final en la realidad mantiene la esencia del dibujo original” precisa el arquitecto catalán. Múltiples son las fórmulas que se han esgrimido para describir la médula de la obra de Carlos Ferrater: que se distingue por un sobrio racionalismo poético, que cada proyecto supone un paso adelante en la búsqueda de un lenguaje arquitectónico, que lo fundamental son sus formas nítidamente talladas, sus planos abstractos, sus detalles ingeniosos, sus geometrías vibrantes sensibles a la luz y que ha sabido desarrollar de manera extraordinaria una serie de formas específicas para resolver una gran diversidad de programas arquitectónicos y de situaciones urbanas. Sin embargo, nada plasma mejor la esencia de su obra que su exhaustiva búsqueda por generar, en cada uno de sus proyectos, una íntima relación con el paisaje
Geometría, identidad, la evolución de su obra y el cómo gestiona su oficina, son los temas de esta conversación sostenida con Carlos Ferrater, quien fue invitado a Chile por la AOA en junio del 2005. Complementamos la entrevista con la muestra de tres de sus últimas obras: Centre Esplai, Actuación Puerto Ciudad en las Palmas de Gran Canaria y Palacio de Congresos en Castellón.
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