Revista AOA_01

¿En qué piensa y por dónde comienza Carlos Ferrater cuando le hacen un encargo? CF: Lo que primero hago es ponerme de mal humor. Y cuando tenía poco trabajo también. Es porque en el cotidiano representa un sobresalto, desvía tu atención de los proyectos en que estás trabajando, los cuales contienen miles de historias e identidades. Lo primero es formular la pregunta: cuál es la relación de ese nuevo encargo con el lugar en que se ubicará. No sólo su relación física, no tanto del entorno construido, ni del clima, ni de la topografía, que también son importantes, sino más bien su relación con las tradiciones, con la cultura, esa relación más abstracta. A lo largo de su carrera usted se ha referido permanentemente a los conceptos de luz y elegancia del material. CF: La luz natural es la materia prima, es un elemento que está ahí, es el único material que es gratis, sólo basta tomarlo. La puedes hacer entrar, la puedes tamizar, filtrar, geometrizar, puedes eternizarla, trabajar sus articulaciones. El espacio sin la luz casi no existe. ¿Qué obra es la que más lo representa? CF: Con todas las obras hay una relación amor odio. Porque has sufrido con ellas, también has disfrutado mucho con ellas. Nosotros tratamos de disfrutar al máximo y sufrir poco. Disfrutar sobre todo la parte del proyecto, luego hay una parte que es más ardua que es la relación política y empresarial. Cada una tiene mucho interés, sea la casa de mi hermana, continuar tutelando como crece el Jardín Botánico o un proyecto que vamos a hacer en Córdova en los próximos días. No querría elegir alguna. Nos interesa la parte de las tecnologías de los materiales que utiliza. CF: Nosotros procuramos trabajar con pocos materiales, sobre todo en nuestros últimos proyectos, como el Auditorio en Castellón, donde el hormigón es el protagonista, todo se va encofrando y todo va siguiendo esa ley de construcción. Además de ver el resultado final, también fue muy bonito el ver cómo se desarrollaban las obras. Personalmente me gusta mucho ver el proceso de construcción. La materialización de ese esqueleto es la forma final y eso es para mi lo importante. Trabajar sobre una idea, pero es la construcción la que la lleva a cabo. Yo soy un constructor, es decir, si no pudiera construir no estaría interesado en la arquitectura.

¿Qué le diría usted como referente, a las nuevas generaciones de arquitectos chilenos? CF: Que tienen un país magnífico, una geografía y paisaje espléndidos, una ciudad que evoluciona de una forma increíble y gente extraordinaria. Esas son las condiciones perfectas para hacer buena arquitectura. No hay otras. Es la gente el habitante final de esos espacios. Por otro lado, les diría que no debieran escoger modelos muy ajenos, sino inspirarse con ideas más propias, de la tradición, del paisaje, del propio lugar. Que trabajen con ilusión y dedicación. Este es un oficio en que las puertas se abren gracias al esfuerzo. Le puedes dedicar diez horas a un proyecto, pero si le dedicas cien seguro que está mejor, si le dedicas mil aún mejor. Esa es la condición de la arquitectura. Esto no es para genios, es tener los poros abiertos a lo que sucede, a la realidad de la gente y del paisaje. ¿Cómo se estructura su oficina? CF: La oficina es la extensión de uno mismo, es como tener un brazo más largo que da mayor capacidad de trabajo. También representa la oportunidad de experimentar con gente y con otras maneras de ver. En nuestro estudio se valora la motivación, las ganas y el sacrificio. Se trabaja de una forma democrática, tramada, rica, mestiza, donde viene mucha gente joven. Ahora si ya entramos en lo que es la organización de una oficina habrá más matices. Hoy el trabajo del arquitecto está tan mediatizado, hay una infinidad de operadores intermedios, desde la creación hasta la puesta en obra y ese sistema es muy frágil. Nosotros hemos organizado nuestra oficina estando concientes de esa fragilidad, por lo que tenemos un equipo pequeño de treinta personas. Trabajamos en las ideas básicas de los proyectos. Luego tenemos unas estructuras paralelas que están diferenciadas. Unas trabajan el aspecto ejecutivo, otras la dirección de obras, etc. Luego se preparan pequeñas organizaciones que trabajan a pie de obra, para tener más proximidad al proyecto y poder detectar posibles fallas antes de que se produzcan. Esta estructura atiende a que cada proyecto es muy diferente a otro. Trabajar en un edificio en Venecia es diferente a trabajar en un parque o en una vivienda familiar en contacto íntimo con el habitante. Eso implica que no puedes tener una organización rígida, debe ser móvil y flexible para cada situación.

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