La participación de Alberto Piwonka como arquitecto a cargo del proyecto del colegio se extiende por 14 años, desde 1958 hasta 1972, años en que se realiza una parte significativa del anteproyecto original. Patricio Schmidt deja de participar en 1961, a sólo dos años de iniciadas las obras y cuando la configuración de los primeros pabellones está ya constituida. Los terrenos del colegio en el sector Oriente habían sido comprados a Ricardo Lyon a comienzos de la década del 30. Luego de añadir algunos paños de terreno en una segunda instancia, el solar contaba con una superficie total de 8 Ha. La disposición establecía desde los primeros anteproyectos del nuevo establecimiento en la década del 40, el loteo del perímetro del solar, dejando un gran frente abierto en la Av. Pocuro y uno secundario y de servicio en la Av. Francisco Bilbao. El proyecto de 1959 se refiere a un programa compuesto por: la iglesia, el pabellón de acceso de programa mixto destinado a la administración, la capilla y el auditorio, los pabellones de salas de clases para las humanidades, las preparatorias, la comunidad de los jesuitas que vivirían en el colegio y los servicios y talleres (16) . En una primera instancia, a partir de abril de 1959, se desarrollan simultáneamente el pabellón de administración y el primer pabellón de salas de clases para las humanidades. Se configuraba así el acceso y el frontis del colegio, sus oficinas administrativas, la capilla y el auditorio, además de un nuevo pabellón de salas de clases y el jardín central del colegio. El pabellón de acceso al colegio se resuelve en un volumen único y compuesto, dando cabida a todo el programa de carácter público; la capilla, la administración y el auditorio. Formalmente el pabellón se presenta como un volumen lineal, cohesionado y compacto, que a través de un pórtico, señala el acceso y devela el interior del colegio, en una actitud similar al proyecto no construido de Lucio Costa y equipo para el acceso a la Ciudad Universitaria de Río de Janeiro. La concepción de este pabellón desde el anteproyecto no sufre mayores alteraciones, aunque en las primeras versiones del proyecto tanto la capilla como el auditorio estaban flanqueados por murales (17) . Finalmente, sólo se realiza el mural de mosaicos de vidrios del auditorio, en cambio en los muros de la capilla doméstica se realizaría una composición de fachada en base a fenestraciones, en una posición cercana a la adoptada por Le Corbusier en la capilla de Ronchamp, inaugurada en 1954. El mural del auditorio, llamado Homenaje a Fray Angélico es diseñado a fines de 1959 y es obra del pintor cubano Mario Carreño, quien formaba parte del equipo fundador de la nueva Escuela de Arte junto a Piwonka ese mismo año. El mural presenta una actitud comprometida con el arte abstracto, y es uno de los mejores ejemplos de su producción geométrica. La incorporación del mural termina de consolidar la imagen moderna del frontis del edificio, que en su retranqueo en relación a la calle, su horizontalidad y monumentalidad resuelve con claridad la relación del colegio con el barrio. Se iniciaba así una serie de incorporaciones de las artes plásticas al proyecto arquitectónico, donde se incluirían además -como parte de la configuración del pabellón de acceso al colegio- obras de Sergio Castillo en las imágenes de las vírgenes en la capilla, y la participación de Matías Vial en los relieves de las puertas y el sagrario de la capilla (18) . Contemporáneamente a estas realizaciones, son incorporados los vitrales de Adolfo Winternitz en el proyecto de la capilla del colegio del Verbo Divino.
Fotografía: Pedro Mutis Johnson.
Fotografía: Pedro Mutis Johnson.
49
A Publicidad Reportaje 5.indd 51
26/2/08 14:29:56
Made with FlippingBook Annual report maker