El encargo nace de un conflicto urbano. La ciudad de Santiago se ha visto atravesada por grandes autopistas que han generado barreras y grietas que fracturan barrios e impiden la continuidad de la trama construida y de circulación. Este caso consiste en que la autopista Av. Kennedy en su conexión con Av. Las Condes, y como parte de la Concesión Costanera Norte, requiere construir una zanja, taludes y un gigantesco paso elevado en la intersección con las avenidas Tabancura y Estoril, intersección muy congestionada de vehículos en hora punta.
Ante esta amenaza 143 vecinos, la prensa, algunas asociaciones –como la AOA– y un concejal se alzan y se oponen tenazmente, preocupados por el gran impacto de esta grieta y muro que dividirá dos barrios residenciales de las comunas de Vitacura y Las Condes. Incluso algunos desarrollan por su cuenta alternativas al proyecto (Rodríguez Cano-Abuauad). El desafío es generar un proyecto nuevo para lograr, primero, un consenso entre las voces disidentes al proyecto del MOP, ya adjudicado a la Concesionaria; y segundo, consenso con las autoridades comunales y del MOP debido a los
posibles aumentos de costo involucrados. Además, y muy importante, que este proceso de participación y diseño respete los plazos de una obra de infraestructura en plena construcción envuelta en un complejo sistema de multas por atraso. Paradojalmente, algunas voces –las más fuertes– abogan por una ciudad más amable y peatonal, pero una no despreciable cantidad de vecinos más lejanos del lugar abogan por un nudo más completo e invasivo debido a los atochamientos del sector. Es decir, no basta con abolir el proyecto MOP, sino que hay que generar una mejor solución vial.
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