Unas mil impresoras 3D surgieron a raíz de este proceso, llegando a todos los rincones de España. A través de una lista de correo, estos pioneros compartían sus mejoras y su- gerencias. Disponían de programas y sistemas de control abiertos, que les permitían reparar y ampliar sus máquinas, compartiendo con el resto del grupo sus resultados. Varios de los participantes, crearon sus propias empresas de impresión 3D, como BCN 3D Technologies (Barcelona), MakerGal (Galicia), Leapto3D (Madrid) o Tumaker (País Vasco). Por su parte, Juan González se incorporó junto a otros makers en el departa- mento de innovación de BQ, que aparte de sus teléfonos móviles, estaban interesados en lanzar su propia línea de impresoras 3D. A nivel internacional, existen múltiples fabricantes que producen diseños abiertos como Prusa Research, que ha sido reconocida por Deloitte como la compañía de Europa Central con mayor crecimiento en 2018 o Aleph Objects, con sede en Colorado, cuyas im- presoras 3D han sido reconocidas con la certificación “Respect your privacy” de la Free Software Foundation. Makerbot, uno de los proyectos pioneros, decidió dejar de com- partir sus diseños en abierto a partir de 2012, siendo comprada en 2013 por Stratasys por 400 millones de dólares. Uno de los aspectos clave del rápido desarrollo de estos proyectos es el uso de licencias abiertas. Estas licencias permiten que cualquier persona pueda aprender cómo funcio- na su impresora 3D y crear mejoras. A diferencia de un diseño convencional “top-down”, en estos procesos se da un proceso de diseño abierto evolutivo. Las mejoras que resul- tan ser operativas pasan a los siguientes diseños, mientras que aquellos diseños que no funcionan no llegan a replicarse. A nivel económico, tras la expiración de un buen número de patentes entre 2009 y 2014 de Stratasys y 3D System, ha coincidido una caída de la valoración en ventas de am- bas compañías. Al mismo tiempo, esta expiración ha alentado la creación de muchísimas empresas de tamaño pequeño y mediano, produciendo un aumento del mercado de la im- presión 3D a nivel global. El aumento del número de fabricantes ha traído consigo una disminución del precio de las impresoras 3D, popularizando esta tecnología y haciendo que llegue a cualquier persona interesada. Sin duda estamos ante un posible cambio de paradigma respecto al proceso de diseño tradicional centralizado. Las nuevas herramientas de colaboración a través de Internet potencian este tipo de procesos de innovación abierta que tanto impacto han tenido para democratizar la tecnología de impresión 3D. En este informe se explora el flujo de trabajo de la impresión 3D y cómo puede influir respecto a la autoría y la protección de la propiedad intelectual. En el caso que expone- mos, estaríamos explorando aspectos complementarios de una misma moneda: ¿Cómo garantizamos que estos diseños permanezcan siempre abiertos? ¿Cómo registramos y mantenemos la información sobre la autoría de los distintos elementos? ¿Cómo evita- mos que uno de estos inventos pueda patentarse de forma privativa por un tercero sin respetar la licencia original? Sin duda, son preguntas a explorar en los próximos años.
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