Otro café tradicional del Porfiriato fue el Café del Progreso, inaugurado desde 1845 pero que alcanzó su apogeo durante este periodo. Este establecimiento en la actual calle de Bolívar, ofrecía no sólo café y helados, sino también entretenimiento como juegos de billar, de cartas y de apuestas. Por las tardes la gente solía reunirse para pasar un buen rato con amigos o familia tras pasar por la misa en la Iglesia de San Juan.
El Café de la Concordia, que abrió sus puertas en 1833, también se adaptó a las tendencias porfirianas. Ofrecía un ambiente más familiar, con una variedad de bebidas y comidas que podían disfrutarse en gabinetes reservados. Un híbrido entre un café y un restaurante que por sus precios y exclusividad se volvió un lugar disponible para pocas familias, muchas de ellas beneficiadas por el régimen.
Los cafés del siglo XIX en la Ciudad de México fueron mucho más que simples lugares para tomar una bebida. Se convirtieron en centros de una nueva vida social y política, reflejando y contribuyendo a las transformaciones de la sociedad mexicana y acompañándonos hasta el día de hoy en nuestras tazas, en el termo de la oficina o en el Starbucks de confianza. Sabemos que la comunidad Magnet es apasionada por el café, tómate una taza y disfruta de la lectura.
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