Una crianza humilde Heidi nació en Boise, Idaho, de padres que eran novios en la escuela secundaria, cuando su mamá tenía apenas 17 años. Como sucede con muchas parejas jóvenes, los padres de Heidi tuvieron dificultades para salir adelante en la vida. Cuando Heidi tenía solo cuatro años, su padre partió de Idaho para trabajar en Maui, Hawái. La madre de Heidi, Dianne, lo siguió poco después, acompañada de su pequeñita. Al poco tiempo, el padre de Heidi abandonó a la familia para siempre. Crecer en Hawái no fue el paraíso que uno podría imaginarse. La situación económica era difícil y Heidi tuvo que madurar rápido. Su madre halló empleo en el nuevo hotel Marriott en Maui, y Heidi asumió muchas de las responsabilidades de su propio cuidado. Como haole (que en la jerga hawaiana significa persona de raza blanca), Heidi experimentó racismo y discriminación en el sentido más literal de la palabra. Dianne volvió a contraer matrimonio y tuvo otra hija, Tina, pero esa relación no perduró. Heidi fue una devota hermana mayor y desempeñó un papel fundamental en la crianza de Tina, mientras continuaba cuidando de sí misma. Cuando Heidi tenía 14 años, su madre se mudó con sus hijas a San Diego, California, para abrir una nueva división de la cadena Marriott. Como inmigrante hawaiana, Heidi pasó los ocho primeros meses en el sur de California usando abrigo, ¡en la playa! Su madre siguió trabajando largas horas, por lo que Heidi se ocupó de cuidar de su hermana menor y de sí misma. A la mayoría de las jóvenes de 15 años les habría costado lidiar con todas las pruebas que ella tuvo durante ese tiempo, pero ella afrontó cada desafío con valor y gracia, negándose a que sus circunstancias determinaran lo que podía lograr. Heidi obtuvo su primer empleo cuando tenía 15 años y ganó lo suficiente como para comprar un “espléndido” Volkswagen Golf I diésel. Abriéndose paso Una vez que terminó la escuela secundaria, su meta fue asistir a la Universidad de Washington en Seattle, una opción que no era del agrado de su familia. Llena de determinación, Heidi viajó hacia el norte hasta la “Ciudad Esmeralda”. Sin perder tiempo, halló empleo y tomó clases nocturnas en la Universidad de Washington. Gracias a su ética de trabajo y a su perspectiva pragmática en cuanto a los desafíos, Heidi no solo cursó sus estudios con calificaciones sorprendentes, sino que también progresó en su empleo. Poco tiempo después de graduarse y regresar a San Diego, empezó a trabajar en el sector de las ventas de medicamentos, en donde tuvo una exitosa carrera durante los siguientes 15 años. También conoció a un apuesto y talentoso estudiante de posgrado que llegaría a ser su esposo. En aquel entonces, Bret Bartolotta cursaba sus estudios de abogacía y un MBA como parte de un programa doble. “Supe de inmediato que Heidi sería mi esposa (aunque tuviera que convencerla un poco), pero mi respeto por ella como persona creció muchísimo durante ese tiempo”, cuenta Bret. “Heidi era una mujer que había nacido sin ninguna de las ventajas que yo había tenido y, sin embargo, allí estaba, desafiando las probabilidades y saliendo adelante gracias a una rara combinación de agallas e inteligencia”. Heidi y Bret contrajeron matrimonio unos años más tarde y tuvieron dos hijas, Katie y Becca. Cuando Heidi consideró el futuro de su carrera, supo que deseaba otra cosa. “Veía a personas que se hallaban más adelantadas en mi carrera y me di cuenta de que no quería tener la vida que ellas tenían”, explica. “Llegué a un punto al que muchas mujeres del mundo corporativo llegan, en el que me di cuenta de que mi trayectoria no iba a llevarme a la meta que esperaba alcanzar”.
16 MAYO 2019 | MELALEUCA.COM
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