Nunca Es Demasiado Tarde
El mes pasado visité a Alan, un buen amigo de mis años de adolescencia y pastor de la iglesia donde crecí en Phoenix. Siempre estuvimos en contacto durante años.
a febrero del 2020 y todo sería mejor, pero después de haber platicado con algunos amigos sobre esto, saben que la realidad es otra. El tiempo no regresa. Y gran parte del daño ocurrido ha dejado de manifiesto muchos de los males más profundos de nuestra sociedad. En PCOA lo vemos de distintas formas. Lo vemos en las llamadas que recibimos de mujeres ancianas que viven solas, generalmente viudas, aunque no siempre es el caso, y que difícilmente pueden sobrevivir en departamentos de bajo costo con los limitados beneficios que proporciona el Seguro Social. Muy a menudo, cuando recibimos noticias de estas personas, sus dueños de casa — quienes generalmente son propietarios foráneos o empresas inmobiliarias—, les han ordenado que desalojen la vivienda, pues decidieron que pueden generar una mayor utilidad si aumentan el costo de la renta o debido a que la viuda utilizaba demasiado gas para calentar el pequeño departamento y no pudo pagar el recibo. Y en el mercado pospandemia, el costo de la renta y de los servicios básicos en una nueva vivienda ha superado por mucho su capacidad de pago. ¿Y qué pueden hacer? Esta realidad existe en personas contagiadas de COVID (sí, aún hay gente contagiada) y que se ven afectadas por graves enfermedades sin posibilidades de recuperación. Generalmente viven solas. Necesitan apoyo a largo plazo de otras personas, ya sea en casa o en un asilo —y si acaso encuentran el apoyo que necesitan—, el costo del cuidado sigue aumentando por encima de sus ingresos. ¿Sobre quién recae la responsabilidad? Cada vez más escuchamos sobre este tipo de situaciones. Mis colegas y yo nos
sentimos agobiados por la magnitud de esta realidad. ¿Pero cómo podemos recuperarnos de esta situación? ¿Cómo corregimos el daño? Quisiera tener la respuesta. Se requieren respuestas fundamentales a largo plazo, aunque como sociedad, generalmente buscamos una respuesta inmediata. Es algo que se nos escapa de las manos. Generalmente busco una solución pública más amplia. A largo plazo. Y en realidad eso es lo que necesitamos. Aunque también he aprendido algo de mis excelentes colegas: todo se reduce a dedicar tiempo a nuestro trabajo, a contestar llamadas telefónicas y a escuchar a quienes llaman. Tal vez podemos ofrecer algunas sugerencias. Pero lo primero y lo más importante es estar presentes y escuchar. A principios de la pandemia, durante aquellos momentos de aislamiento, muchas veces me preguntaron qué debía hacer la gente. Mi respuesta era que debíamos ser mejores vecinos. Estar atentos a nuestros vecinos, ofrecer una mano, o incluso un platillo. Ser amables. Y tal vez ese sigue siendo un buen punto de partida. Durante el verano y el otoño del 2020 estuve siempre muy cerca de mis vecinos. Y a medida que fortalecemos esos vínculos podemos ser más creativos sobre las grandes políticas para solucionar la situación. Esas soluciones requerirán más cambios y probablemente sacrificios de nuestra parte. Tengo la esperanza de que será más fácil si entendemos que lo hacemos por nuestros vecinos.
Su esposa falleció recientemente y Alan me comentó que quería venir a visitarme durante una semana. Había mucho de qué hablar, y como él mismo decía, mi esposa Stacy era una santa que soportaba toda nuestra plática religiosa de tantos años. También platicamos largo y tendido sobre los últimos años y sobre los nuevos acontecimientos. Alan siempre fue un sabio observador de la sociedad, muy pragmático y profundamente filosófico. Al hacer una reflexión sobre la realidad en la que hemos vivido después de la pandemia, mencionó algo que me sorprendió bastante. Comentó que el COVID había dañado todo. Me empecé a preguntar si en realidad se refería a «todo» o si tal vez trataba de decir «casi todo». Pero el punto no era ese. Lo más relevante fue lo que dijo después, cuando comentó que a todos nos correspondía decidir cómo reconstruir nuevamente todo. A principios de pandemia era común comparar esta pandemia a las anteriores, principalmente a la pandemia de la influenza de 1918 a 1920, la que acabó con uno de mis antepasados. Supongo que recordarán esa anécdota. Se sabía que el mundo (o nuestro país) había cambiado para siempre en muchos aspectos tanto para bien como para mal. Pareciera que muchos creemos que simplemente debemos regresar el tiempo
W.Mark Clark Presidente y CEO
Page 20 | May 2023, Never Too Late
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