360 UDEM No.3- El Gran Confinamiento

L A P A N D E M I A H A E M P E Z A D O A A R R A S A R C O N L A C A P A C I D A D D E L S I S T E M A D E S A L U D P Ú B L I C A Y P R I VA D A , Y N O S E D I G A C O N L A C A P A C I D A D D E E J E C U C I Ó N D E P O L Í T I C A S P Ú B L I C A S Y N U E S T R A E C O N O M Í A N A C I O N A L .

los valores como la empatía y la solidaridad en nues- tras publicaciones en redes sociales? En los últimos meses hemos visto que circulan en redes sociales (Instagram, Facebook, Twitter) fotogra- fías de orgullosas familias de vacaciones en la playa, bodas con cientos de invitados, fiestas de cumpleaños de futbolistas, reventones en bares y antros que operan en alguna ciudad del país, bautizos, primeras comunio- nes. Es una amplia lista de eventos que absolutamente pueden ser identificados como no urgentes —sí, reunio- nes sociales que carecen de toda urgencia. Por una parte, existe el discurso de “ser, dejar ser y dejar hacer”, el cual me parece correcto y necesa- rio. Sin embargo, en una época tan irregular y volátil, donde todos somos vulnerables ante el COVID-19, y apelando a los derechos humanos, ¿es correcto publi- car en redes sociales todas estas festividades sin su respectiva sana distancia y anunciarle al mundo que, “a pesar” de la pandemia, nada los detiene? Las redes sociales y las plataformas digitales se han vuelto nuestro espejo. Muestra de ello son todas las actividades de interacción que realizamos por Zoom, Microsoft Teams, Google Meet, entre otras aplicacio-

nes. En cada reunión o clase, con nuestro background , damos la bienvenida a nuestra casa a compañeros, amigos o alumnos. Considero que es muy parecido el efecto que tienen nuestras redes sociales al permitir ver al mundo (o al menos a nuestros seguidores) una muestra de nuestro pequeño universo: comidas favori- tas, vacaciones, libros, fiestas… En general, le damos la entrada al público a conocer aspectos de nuestra vida que deseamos resaltar. Sin embargo, el debate reside en los límites y las implicaciones de nuestras acciones que reflejan nuestros actos cívicos por medio de fotografías y videos en una época que ha causado estragos, dolor y sufrimiento a millones de familias al- rededor del mundo. ¿Qué nos ha pasado como sociedad que no nos pareciera suficiente y nos mueva a la empatía al ver videos y fotografías de médicos, enfermeras y familias enteras en vulnerabilidad? Más allá, ¿cómo logramos que el uso de nuestras plataformas se humanice y creen lazos de apoyo, conexión y estimulación para mantenernos informados y motivados? El camino de aprendizaje es largo. Pero, mientras nos mantenemos en redes sociales en formato beta

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