La pandemia de la Covid-19 supondrá un antes y un después para muchas prácticas empresariales y sociales. Parece ya claro que el teletrabajo y el “flexiworking” van a ser incorporados en las dinámicas laborales con mucha más frecuencia. De hecho, según la última Encuesta de Percepción Social de la Innovación de Cotec, a finales de 2020 el 18% de la población ocupada española empleada por cuenta ajena trabajaba desde su casa dos o más jornadas laborales por semana. Esto contrasta con las cifras de 2019 que eran el 7%. Globalmente, en el conjunto de la población ocupada, el teletrabajo aumentó del 10% al 20%. Más aún, el fenómeno se percibe de una manera positiva: los teletrabajadores se han sentido capacitados desde el punto de vista tecnológico para trabajar desde casa (93%), son igual o más productivos que cuando van a la oficina (78%), y ha mejorado su conciliación personal (62%). La enseñanza y las conferencias científicas también van a migrar de manera más intensa, aunque probablemente parcial, hacia un entorno virtual. En este proyecto —el cuarto del Laboratorio de Economía del Comportamiento de Cotec— nos centraremos en una práctica socioeconómica concreta, el proceso de negociación entre un empleador y un posible empleado. • Realizamos un experimento en el que los participantes se emparejan aleatoriamente para un ejercicio de negociación y actúan (también aleatoriamente) como el representante de un empleador y el agente de un posible empleado.
En ese escenario, negocian varios aspectos del paquete de compensación, para lo que cada participante recibe información privada que describe sus intereses y cómo se convierten en dinero dependiendo de los acuerdos alcanzados.
• Nuestros experimentos muestran que la negociación a través de vídeo es
significativamente peor que si se produce cara a cara: es peor en cantidad de acuerdos alcanzados, pero sobre todo en beneficios para los negociadores. En concreto, en la negociación cara a cara se alcanza un volumen muy superior, un 54% más, de acuerdos que en la negociación online. Sobre la calidad de los acuerdos, la negociación cara a cara alcanza, de media, un 50% más de puntos para las dos partes respecto a la negociación virtual. • Las dificultades en las negociaciones entre parejas de personas de distinto género (mixtas) son probablemente las responsables de que los resultados sean peores en el caso del vídeo. En particular, cuando el hombre es el empleador la negociación a través de vídeo da peores resultados que en el cara a cara. • Las personas amables tienen mayor probabilidad de llegar a acuerdos. Las personas sistemáticas o más ordenadas tienen menor probabilidad de alcanzar un acuerdo. Las personas con mayor nivel de estudios y más capacidad inventiva obtienen un pago medio superior. • Finalmente, es importante destacar que hay muchas circunstancias y contextos que no influyen en las diferencias entre el resultado de la negociación virtual y cara a cara. Concretamente, se puede mencionar que no se observan diferencias significativas en parejas de negociadores del mismo género, como tampoco las hay en función de la ocupación de las personas, de su aversión al riesgo, la extroversión, las capacidades intelectuales o la estabilidad emocional.
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