EH3920 TAMPS 22JUL2025 WA

18/INTERNACIONAL

Martes 22 de julio de 2025

INVESTIGACIONES REVELAN LAS TORTURAS QUE SUFREN LOS INMIGRANTES Alligator Alcatraz: Un penal de humillación

Apresados afirman ser obligados a comer COMO PERROS: de rodillas en el suelo y sin poder usar las manos

Immigrant Justice y Sanctuary of the South a partir de entrevis- tas con detenidos. TESTIMONIOS DE TERROR Decenas de hombres estuvie- ron hacinados en una celda durante horas, según el infor- me, y se les negó el almuerzo hasta aproximadamente las 7 p. m. Permanecieron esposa- dos con la comida en sillas fren- te a ellos. “Teníamos que comer como animales”, dijo un deteni- do llamado Pedro. El trato degradante por par- te de los guardias es común en las tres cárceles, según los grupos. En el centro de proce- samiento de servicios Krome North, en el oeste de Miami , las detenidas eran obligadas a usar los baños a plena vista de los hombres recluidos allí, y se

REDACCIÓN El Horizonte

Los migrantes en una cárcel de inmigración de Miami fueron encadenados con las manos atadas a la espalda y obligados a arrodillarse para comer co- mida de platos de poliestireno “como perros”, según un infor- me publicado el lunes sobre las condiciones en tres instalacio- nes superpobladas del sur de Florida. El incidente en el centro de detención federal del centro de la ciudad es uno de una su- cesión de presuntos abusos en las cárceles operadas por la Agencia de Inmigración y Con- trol de Aduanas (ICE) en el esta- do desde enero, narrados por los grupos de defensa Human Rights Watch, Americans for

LA CÁRCEL ESTÁ RODEADA DE PÁNTANOS Y ANIMALES PELIGROSOS La escalada antiinmigrante y las tácticas de aplicación de la ley bajo la administración Trump están aterrorizando a las comunidades latinas, quienes temen caer en esta cárcel

les negaba el acceso a atención médica apropiada para su géne- ro, duchas y alimentación ade- cuada. La cárcel estaba tan desbor-

dada, según informaron algu- nos detenidos trasladados, que estuvieron retenidos durante más de 24 horas en un autobús en el estacionamiento.

Los grupos dicen que los abu- sos documentados reflejan con- diciones inhumanas dentro de las instalaciones de esta nueva cárcel para inmigrantes.

El Suicidio y el Descenso de Jesús al Infierno

COLUMNA

ESPIRITUALIDAD POR RON ROLHEISER

En un libro titulado "TESOROS PECULIARES" , el renombrado novelista y escritor espiritual FREDERICK BUECHNER reflexiona sobre la figura de Judas, el hombre que traicionó a Jesús con un beso y luego se suicidó. B uechner, quien perdió a su pa- dre por suicidio, especula sobre las razones por las que Judas se suicidó. Refiriéndose a una anti-

sión. Por esta razón, se nos anima a dejar de usar la frase "se suicidó". Nadie "come- te" cáncer ni "comete" un infarto. Sucum- be a él. Lo mismo ocurre con la mayoría de los suicidios. Con esto en mente, podemos apreciar mejor la imagen que Frederick Buechner utiliza al especular sobre el suicidio de Ju- das y su encuentro con Jesús en el infierno. En esencia, esta es la imagen de Buech- ner: tras traicionar a Jesús, Judas descien- de a un infierno privado donde siente que lo que ha hecho no puede ser perdonado y está condenado a vivir para siempre en esa oscuridad. Esa falsedad, esa enfermedad, esa lógica fatalmente equivocada le dice que ir al infierno es su última oportunidad de ir al cielo. Así que se quita la vida. Tras su muerte, Jesús lo encuentra en las som- bras de ese infierno descarriado y lo besa, no con condenación, sino con amor incon- dicional, comprensión y perdón. Esta imagen, creo yo, puede ayudarnos a comprender lo que sucede en el suicidio: la lógica errónea de quienes se quitan la vida y el descenso amoroso, compasivo, perdo- nador e invitador de Dios a su infierno pri- vado, donde creen que su muerte es un fa- vor a sus seres queridos y que «el infier- no podría ser su última oportunidad de ir al cielo». www.ronrolheiser.com

ayudar a los demás o a nosotros mismos, Dios aún puede ayudarnos. Es por esta ra- zón que los cristianos no creen en la reen- carnación. No es necesaria. No necesitamos rehabilitarnos completamente para ir al cie- lo. Cuando nos sentimos impotentes, Dios aún puede hacer por nosotros lo que noso- tros no podemos hacer por nosotros mis- mos. Es un gran consuelo, porque no todos mueren felices. Muchos morimos con ira, amargura, sin reconciliarnos plenamente con los demás, con asuntos del alma pen- dientes. Y algunos morimos por suicidio, aprisionados en un infierno privado donde, debido a enfermedades y heridas más que por culpas morales, creemos que la muerte es nuestra única salida a la vida. La doctrina del descenso de Jesús a los infiernos es particularmente útil para com- prender cómo Dios se encuentra con quie- nes se suicidan después de su muerte. Du- rante demasiado tiempo hemos estado fal- samente preocupados por esto, temiendo que el suicidio sea un grave fracaso huma- no y moral, un acto de desesperación, im- perdonable (ciertamente en este lado de la eternidad). Sin embargo, en la mayoría de los casos, se trata de una enfermedad, una que no se elige libremente. Al igual que el cáncer, un infarto o un accidente, arreba- ta la vida a alguien en contra de su deci-

cielo se cerraron, de modo que, desde la época de Adán y Eva hasta la muerte de Jesús, nadie pudo ir al cielo. Sin embargo, en su muerte, Jesús expió nuestros peca- dos y, durante el tiempo transcurrido entre su muerte el Viernes Santo y su resurrec- ción el Domingo de Pascua, él fue a el lu- gar del inframundo, al Seol, donde espera- ban todas las personas buenas que habían muerto a lo largo de la historia, y él los con- dujo al cielo. Este fue su "descenso a los in- fiernos". Sin embargo, sea cual sea la verdad literal de esa concepción popular, hay una pode- rosa verdad teológica que sustenta la doc- trina. En esencia, es esta: el amor y la com- pasión que Jesús manifestó en su muerte tienen el poder de llegar al mismo infierno; es decir, no hay "infierno" (físico, psicológi- co o espiritual) que podamos crear que el amor de Cristo no pueda penetrar para sa- nar la herida que lo causó. El amor, la sanación y el perdón de Dios pueden penetrar cualquier infierno que po- damos crear y sanar la herida que causó ese infierno. Esta es quizás la doctrina más consolado- ra, no solo del cristianismo, sino de todas las religiones. Cuando somos incapaces de

gua tradición eclesiástica, sugiere que qui- zás Judas eligió el suicidio por esperanza en lugar de desesperación; es decir, se sin- tió condenado y contó con la misericordia de Jesús después de la muerte, pensando que tal vez "el infierno podría ser su última oportunidad de alcanzar el cielo". Luego, imaginando el descenso de Jesús a los infiernos, Buechner escribe: «Es una escena para evocar. Una vez más se encon- traron en las sombras, los dos viejos ami- gos, ambos un poco más cansados des- pués de todo lo sucedido, solo que esta vez fue Jesús quien dio el beso, y esta vez no fue el beso de la muerte». (Jeffrery Munroe, Reading Buechner, InterVarsity Press). Como cristianos, como artículo de fe en nuestros Credos, creemos que después de su muerte Jesús «descendió a los infier- nos». ¿Qué significa eso? La concepción popular de esto en el len- guaje de nuestra catequesis, en nuestra ico- nografía y en la piedad cristiana, podría re- sumirse así: después del pecado de Adán y Eva, el «pecado original», las puertas del

RON ROLHEISER: Sacerdote católico y miembro de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada. Especializado en Teología en la Universidad de Lovaina, Bélgica. Presidente Emérito de la Escuela de Teología de los Oblatos en San Antonio, Texas. Columnista, conferencista y escritor

Made with FlippingBook Ebook Creator