Los adolescentes con frecuencia están cansados después de un día en la escuela o de un evento deportivo, probablemente ese no es un buen momento para iniciar una conversación. Piense en la rutina de su adolescente y en cómo crear un momento en el cual él o ella le puede dedicar su completa atención. Tal vez puede llevarle a una cena tranquila o a algún lugar en el que usted pueda iniciar una conversación cara a cara. INICIANDO LA CONVERSACIÓN Diga algo que demuestre que tiene una mentalidad abierta, luego pregunte a su adolescente por sus propias experiencias. Utilice preguntas que inciten a pensar y que a su vez pueda formular con un tono comprensivo y no amenazador. Por ejemplo: • ¿Conoces otros chicos o chicas que beben alcohol? • ¿Cómo les afecta? • ¿Alguien que conoces alguna vez te ha ofrecido alcohol? • Si sí, ¿qué dijiste? Si no, ¿qué dirías si te ofrecieran? • ¿Qué pasaría si alguien te insistiera mucho? • ¿Qué dirías si te dijeran... Hay otra manera de ver este asunto? • ¿Ves algún riesgo? • ¿Tienes algo que te preocupa?
Logrando que su adolescente hable Los padres pueden sentirse frustrados por su incapacidad para conseguir que sus adolescentes hablen sobre cualquier tema con mucho detalle. Juran que el vocabulario de sus hijos adolescentes se limita a: “Siiii, mamá”, “No sé”, “Me da igual”, “Si tu quieres” y “Ahora no” cuando se trata de una conversación con sus padres. Los adolescentes pueden responder así cuando están ocupados, cansados o simplemente sin ganas de hablar. Tal vez temen recibir otro sermón o que el padre o la madre va a empezar a fastidiar otra vez. Pueden sentir que él o ella simplemente no les entienden. Los padres necesitan respetar cómo un adolescente puede sentirse y no forzar una conversación en un momento que no es conveniente. Deje el tema en paz por ahora y sáquelo a colación nuevamente después. Trate de escoger un momento cuando su adolescente quiera hablar.
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