Compromisos para la privacidad y ética digital

Compromisos para la Privacidad y Ética Digital

En el siglo XXI, los datos se consideran un activo estratégico a disposición de las Admi- nistraciones Públicas y empresas privadas para llevar a cabo la necesaria transformación digital de las organizaciones. Esto se consigue a través de su explotación mediante diversas técnicas, pasando a ser los macrodatos el motor que mueve las nuevas tecnologías y que aporta valor estratégico en la gestión. Sin embargo, el intento de monetizar el valor de los datos en beneficio de las organizaciones conlleva el riesgo de que éstos puedan llegar a convertirse en una herramienta empresarial más. Esa visión utilitarista obviaría que los datos, especialmente cuando son personales o se dirigen a analizar el comportamiento de los individuos, forman parte de un derecho funda- mental que se tiene que proteger: la privacidad. En un contexto digital creciente, la situación de crisis generada por la pandemia de la Covid-19 a nivel mundial ha acelerado aún más la importancia de la recolección y uso de los datos. Esto se debe a que los gobiernos y administraciones buscan implementar nuevas tecnologías que faciliten el análisis masivo de los datos de la población como medio para intentar gestionar y, en última instancia, dete- ner el contagio del virus. Aunque si bien esta estrategia de monitorización parece ser una de las más eficientes, plantea diferentes cuestio - nes éticas acerca de cómo obtener el dato, rea- lizar el tratamiento y garantizar la privacidad del usuario. Por otra parte, como consecuencia de las restricciones de movilidad se ha producido un aumento del uso de los canales telemáti- cos y de la operativa digital. Esto ha supuesto un incremento notable del volumen de datos sobre el usuario al que las empresas y Admi-

nistraciones tienen acceso. Información que se obtiene a través del rastro que cada paso del usuario deja en dichos canales (aumento de las compras online, visionado de contenidos, uso de medios de pago online, entre otros). Esta digitalización de la actividad se ha visto fuertemente impulsada por la pandemia, que de otro modo hubiera llevado más tiempo y seguramente dirigido a otro modelo de digita- lización, lo que ha generado a su vez nuevos desafíos. Asimismo, otro efecto dinamizador ha sido la implantación del teletrabajo. En este sentido, se ha acelerado la necesidad de acometer una transformación digital global en muchas entidades, tanto públicas como privadas. Las organizaciones se han visto obligadas a modificar las formas de trabajo a un ritmo vertiginoso, garantizando en este nuevo esce- nario la privacidad frente a los ciberataques que amenazan la seguridad y privacidad de los datos de clientes, empleados y terceros. En este contexto, las organizaciones han de asegurar o garantizar, en el caso del uso de datos, que se preserva el derecho a la privaci- dad a través de la integración de compromisos éticos en el desarrollo, producción y puesta en marcha de sus procesos. Se debe priorizar la aplicación de esos compromisos éticos en el uso de la información a través de las nuevas tecnologías, además de garantizar los dere- chos fundamentales del individuo, teniendo en cuenta además que nos encontramos en un momento de promulgación de numerosas nor- mas, que se han convertido en un compromiso real de las organizaciones con las personas. Para ello, se hace necesario establecer prin- cipios comunes, sencillos y razonados, que guíen a las instituciones y organizaciones en la gestión de esa privacidad sin menoscabar los

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