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P ocos son los que buscan trabajo en una empresa y desean se- guir ahí toda la vida. El ideal de muchos, es tener un negocio propio y lograr emprender. El problema es que en la escuela y en la universidad la materia de emprendimiento no existe. Tan sólo pregúntate, ¿quién te enseñó a trabajar?, ¿en dónde aprendiste a manejar tu negocio?, ¿cómo supiste hacer una lla- mada con un cliente para venderle tu producto o servicio?, ¿cuán- tos errores cometiste antes de poder tener un negocio rentable?. Cuando estaba por salir de la carrera de derecho, conseguí traba- jo en un despacho dirigido por uno de los abogados más repre- sentativos del país, claro que como yo iba a “aprender mucho” el sueldo era ínfimo. Una vez titulado y con algunos años de experiencia, logré que me ascendieran a director de área de litigio contra aseguradoras, con un sueldo bueno, pero que no me alcanzaba para cubrir los gastos de comida kosher, la escuela de mi hijo, el seguro familiar, la renta de la casa, gastos recreativos y muchos otros que son necesarios sólamente para empezar a vivir. Prácticamente logra- ba fondearme de las comisiones que recibía por los asuntos ga- nados. Siendo muy honesto, tambíen lograba pagar las facturas con crédito de bancos y saturando las tarjetas; un modelo que no me iba a durar mucho tiempo. No sé si fue por azares del destino o simplemente una coinciden- cia de la vida, de ésas que no entiendes sino hasta el final, pero me llegó una noticia, de las que que caen como balde de agua fría: “el socio principal del despacho se va a trabajar al gobierno y la oficina se debe cerrar”. E sa noticia se tradujo en: todos tienen que buscar un trabajo nuevo en otro lugar. Con todo lo que me correspondió de liquidación, busqué a unmen- tor o gurú que pudiera darme el secreto para tener un negocio mi- llonario. En facebook había cientos de ellos que prometían el éxito y la prosperidad a cambio de una cuantiosa cantidad de dinero. Finalmente, no sé si por ingenuo, con la necesidad de superarme, o atinadamente por el miedo a quedarme sin ingresos, me decan- té por un mentor que usaba sacos de colores, barba larga, daba clases a empresarios y se hacía llamar “Carlos Master Muñóz”. Cuando conocí a Carlos, tomé todos sus cursos, leí todos sus li- bros y acudí a Monterrey una vez al mes para tomar mentorías personalizadas para hacer crecer mi negocio. Así fue como fundé un despacho de abogados de “nicho” especializado en reclamar a las aseguradoras cuando no quieren pagar. ¿LE VENDIERON HUMOAL ABOGADO? Manuel Cojab B.

El primer consejo que me dio, fue que debía trabajar en el nego- cio y para el negocio. Lo que significaba que no solamente debía operarlo con conocimientos técnicos, sino creando las metodo- logías y procesos que me permitieran operar con precisión de reloj suizo y estrategias quirúrgicas. En mi primera sesión, me dejó de tarea leer libros, como si no hu- biera mañana. Entre ellos, el Mito del Emprendedor de Michael Gerber; Lean Startup de Erick Ries; MBA Personal de Josh Kauf- man, el Arte de Empezar de Guy Kawasaki y Generación de Mo- delos de Negocio de Alexander Osterwalder. Cuando le conté a mis conocidos lo que estaba haciendo, no tar- daron en llegar las críticas, los comentarios de desánimo, los con- sejos desatinados para que abandonara mis clases e incluso los ataques de colegas para que no “prostituya la profesión”. Aún así, decidí continuar con mis mentorías, pues a pesar de que todos las criticaban, nadie aportaba nada con lo que pudiera me- jorar los ingresos y sostener a mi familia. Carlos sí lo hizo. Después de 2 años de intenso aprendizaje, el Master me con- fesó que se retiraría, pero no sin antes hacer hacer un análisis de los éxitos o fracasos de mi transformación. El resultado fue el siguiente: 250 horas de clases; 24 viajes a Monterrey; 15 conferen- cias impartidas; 2 libros escritos que son best seller en Amazon y en Sanborns. Catalogado por Forbes, como uno de los 5 mejores des- pachos en reclamaciones de seguros con 19 abogados trabajando en la oficina. Hoy, después de que se hizo público el retiro de Muñóz, le llue- ven comentarios de farsante: vendedor de humo, estafador, poco moral, que juega con la ilusión de las personas, etc. Carlos se convirtió en buen amigo, socio y maestro que creyó en mí cuando más lo necesité. ¿Crees que le vendió humo al abogado? Si quieres ver las mentorías completas, lo puedes hacer en el có- digo QR que te dejo abajo.

@ManuelCojab2.0 mcojab@cojabsp.mx

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