Número 286 I enero - febrero 2022
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C uando en el siglo pasado Collodi empezó a publicar su novela por en- tregas, Pinocho, decidió ahorcar al protagonista en el capítulo XV. La inconformidad de los lectores se hizo patente, por lo que tuvo que recon- siderar el final y convertir a Pinocho en niño. Collodi nunca se imaginó que estaba escribiendo uno de los libros más vendidos después de la Biblia, ni que inauguraba una forma de relacionarse con el público en la que éstos también querían tomar la pluma y definir el final que deseaban leer. Hace algunas décadas apareció en las librerías una colección infantil lla- mada “Elige tu propia aventura”. En ella el lector no quedaba sometido a la voluntad del escritor, ni necesitaba expresar su desacuerdo, sino que podía elegir el orden en que quería recorrer el libro. Las alternativas eran limitadas, pero les daba a los niños la ilusión de ser ellos los autores, de crear su propia historia. Lo mismo sucede con los adultos. Cada vez nos encontramos con más alternativas para detalles ínfimos de nuestra existencia: podemos elegir entre más de diez tipos de café con cinco variedades de leche distinta, y todavía podemos pedirlo con 2 “shots” o más, y escoger entre dos tipos de azúcar y tres de endulzantes. En casa, tenemos una multitud de series en cada plataforma, de manera que a veces tardamos tanto en elegir una, que preferimos ir a dormir. Cuando tenemos que comprar algo solemos ir a uno de los centros comerciales cercanos donde se despliegan infinidad de opciones para que nosotros, clientes todopoderosos, seleccionemos el escaparate adecuado. Ahí mismo se nos ofrecen doce, dieciocho o veinte cines para que escojamos nuestra película preferida. Todo se nos da a la carta. Los bancos, los gimnasios, las universidades y los hoteles ofrecen programas personalizados que, dicen, se ajustan a nues- tras necesidades. Todo se une para darnos la sensación de libertad y omni- potencia: “Yo hago lo que quiero”. Y si tenemos dudas, decenas de terapias están ahí para ayudarnos. Sin embargo, la libertad suele estar lejos de estas decisiones banales que difícilmente afectan lo que somos. En esta época de pandemia las opcio- nes son muy difíciles -correr riesgos en la salud o en la economía, confiar en los dictados de los científicos o ponerme a investigar-, pero existen otras preguntas que han sobrevivido a siglos, modas y creencias: ¿qué tipo de persona quiero ser? ¿Qué quiero hacer con mi vida?, ¿Qué tipo de rela- ción quiero construir con mi pareja? ¿Qué quiero transmitirles a mis hijos? ¿Cómo debo reaccionar frente a un abandono? ¿Qué necesito para ser fe- liz? ¿Por qué nada me satisface? Las respuestas a estas interrogantes no
VIDA A LA CARTA Esther Charabati Dra. en Pedagogía I Esthercharabati.home.blog FILOSOFÍA COTIDIANA
aparecen en el menú —ni siquiera en los libros de recetas para la vida— y, por lo mismo, a menudo ni siquiera nos las planteamos. Cada vez con más frecuencia se multiplican las decisiones que tenemos que tomar: qué carrera elegir, qué coche comprar, qué ropa ponernos, qué tipo de dieta seguir, qué marca de dentífrico usar, a quién invitar a cenar, qué libro leer, qué clase tomar, qué preceptos seguir. Todas requieren tiempo y energía, por lo que a veces sentimos que la vida se nos va en decidir simplezas mien- tras nos mantenemos paralizados sin poder elegirnos a nosotros mismos.
N iños independientes; proactivos; que logren sus sueños; queridos por sus amigos; respetuosos; que se defiendan sin lastimar a otros; que manejen la frustración co- rrectamente; que reconozcan sus errores, para ser su mejor versión y sean exitosos: es decir, con una autoestima saludable.
¿PUEDOAYUDAR A MI HIJO CON SU AUTOESTIMA?
¿Quién no quiere eso para sus hijos? ¿Qué hacer? Aquí unos consejos de coaching, que han ayudado a muchos padres: Tus hijos no hacen lo que les dices, hacen lo que te ven hacer ¿Te cuidas? Cuando algo no te sale, ¿cómo te hablas? ¿sabes reconocer que no eres perfecto?
ic. Olga Cherem Educadora, terapeuta y coach motivacional.
Aceptar y disculparse es un ingrediente básico para una sana autoestima. Respétalo como persona: Respeta sus pensamientos, sentimientos y privacidad y permítele elegir algunas cosas confiando en su capacidad. Nunca lo regañes frente a otras personas: No hables mal de él, aunque no esté presente. Conéctate con él: demuestra que lo im- portante para tu hijo, es importante para ti. Juega, platica de tu niñez, dedícale tiempo de calidad. Separa al niño de la acción: ¡Cuidado con poner etiquetas! Mejor corrígelo diciendo: “lo que hiciste no estuvo bien”. Baja a tus expectativas, pensando que, siempre, lograrán todo o siempre se van a portar bien: Las expectativas muy altas, a veces, frustran, presionan y desaniman al intentarlo. ¡Un buen beisbolista falla 6, de cada 10 batazos! ¿Lo sabías? Por eso no los compares ni con- tigo ni con los demás. Sorpréndelo haciendo las cosas bien y alábalo. Evita decirles: “eres un campeón” y mejor dile: “me siento muy orgullosa de ti”. Cuida tu relación de pareja: Está comprobado que los niños que observan violencia asumen que son culpables y eso baja su autoestima. En resumen: Debes estar consciente de que tus hijos están en un proceso. Trátalos como si ya fueran lo que siempre soñaste. Porque ese mensaje, tus hijos, lo perciben aun sin palabras.
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