La Economía Intangible en España | INFORME COMPLETO

INFORME COTEC 2024 | LA ECONOMÍA INTANGIBLE EN ESPAÑA | Evolución y distribución por territorios y sectores (1995-2023)

Seguramente el interés reciente despertado por los activos intangibles tiene su origen en el reconocimiento de su papel determinante en el crecimiento de la productividad. La razón estriba en que las nuevas tecnologías ( software , hardware y comunicaciones) han supuesto cambios tan disruptivos que han transformado las reglas en las que descansaban los patrones de crecimiento tradicionales, exigiendo inversiones complementarias que permitieran extraerles todo su potencial. Esto es especialmente cierto para la inversión en software , y en I+D, pero también en el diseño e imagen de marca, además de la formación específica de los trabajadores en el puesto de trabajo y, muy especialmente, en la mejora de la organización de las empresas o, dicho de otra forma, del capital gerencial. El gráfico 1.9 relaciona el esfuerzo inversor en activos intangibles con la productividad del trabajo y permite observar la existencia de una correlación positiva entre ambas variables con un coeficiente de determinación elevado

que explica más del 65% del nivel promedio de la productividad en el periodo 1995-2023 por la intensidad inversora (panel a). Países como Suecia, Francia, Reino Unido y Estados Unidos con mayor esfuerzo inversor muestran a su vez los mayores niveles medios de productividad en el periodo de 28 años analizado. En el extremo contrario se sitúan España, Italia y Portugal. Entre 2014 y 2023 (panel b) la correlación no solo no desaparece, sino que su coeficiente aumenta hasta el 69,5%. Por lo tanto, la relación positiva entre ambas variables -intangibles y productividad- se confirma tanto para el periodo más reciente como el más extenso, lo que confirma la relación positiva a largo plazo entre la inversión intangible y el nivel de productividad de las economías avanzadas. Esta importante relación entre productividad y esfuerzo inversor en intangibles es todavía más firme cuando en lugar de analizar el total de economía se mira a la parte que representa el mercado (excluyendo la actividad de las

Administraciones Públicas, educación, sanidad y servicios sociales y las actividades inmobiliarias). Sin embargo, en este caso los datos más recientes solo llegan hasta 2020. El coeficiente de determinación sube al 84% para el periodo completo 1995-2020 y desciende ligeramente hasta el 65% en el periodo más reciente 2014-2020 ( gráfico 1.10 ). La evolución del PIB y la inversión en activos tangibles e intangibles aparece recogida en el gráfico 1.11 (paneles a a j). En todos los países el crecimiento acumulado de los activos intangibles excede al del PIB, confirmación de que la presencia de los intangibles ha crecido más que el PIB desde 1995. Por su parte, los tangibles, con la excepción de Finlandia y Suecia, han crecido a un ritmo menor o igual al del PIB en el resto de países, aunque se observa que los ritmos de desajuste difieren entre ellos, al igual que los ritmos mantenidos en subperiodos del periodo analizado.

En suma, a pesar de que España aparece como el segundo país con un crecimiento más intenso de la inversión en intangibles, debe preocupar que frente a los países que aceleran este tipo de inversión sobre el PIB o la inversión total, España retroceda o no avance suficiente en este sentido, ampliándose o manteniéndose la distancia con las economías más avanzadas de los países de referencia. Se trata de una estrategia -deseada o no- que no apuesta por reforzar las inversiones que más hacen avanzar la productividad, base económica sobre la que se fundamentan los salarios, el empleo de calidad, las políticas sociales y el estado del bienestar.

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