La migración coreana es un proceso en movimiento ligado, en buena medida, a la presencia de empresas coreanas en la zona metropolitana de Monterrey y a la pertenencia de México al TMEC.
Seúl, así que hubo impacto internacional. Como muchas otras cosas, sin embargo, la operación de este cuerpo ciudadano fue suspendida con la declaratoria de la pan- demia por la COVID-19 en marzo de 2020. Sin embargo, la organización no desapareció, por lo que en este 2022 está en vías de reinstalación. Cabe relatar, por cierto, que, en contraste con lo suce- dido en Estados Unidos (en donde la pandemia provocó violencia y temores irracionales hacia las comunidades asiáticas a las cuales se culpaba del virus), no registré en mis conversaciones y entrevistas entre migrantes coreanos que ellos sufrieran situaciones de rechazo por su origen asiático en la zona metropolitana de Monterrey, ni que les negaran viviendas o servicios por esa causa. Lo que sí registré, sin embargo, fue el testimonio de un amigo coreano sobre un hermano suyo residente en Atlanta, Georgia, sede de otra comunidad coreana, sobre las pre- cauciones personales y vecinales que se vieron obligados a tomar los residentes surcoreanos para prevenir algún ataque o agresión y evitar discriminación laboral o de acceso a viviendas. La escuela coreana La invitación que me extendieron para visitar una “escuela coreana” indicaba que sería en sábado, lo cual me pareció un poco extraño, pero pronto descubrí la razón. En realidad, la idea de esta escuela no era la de suplantar a la institución mexicana, sino la de comple- mentar sus estudios con materias de historia y educa- ción cívica para reforzar su identidad coreana, lo cual se puede hacer mejor los sábados en la mañana que los días entre semana. Fue muy amable Margarita Jin, la directora de la escuela, en recibirme y mostrarme lo que enseñan a los niños coreanos residentes en Monterrey. En esencia, se les refuerza el idioma y se les inculcan nociones básicas de geografía, historia, cultura y normas de convivencia coreanas. Una parte de estas niñas y niños proviene de matri- monios binacionales entre coreanos y mexicanos y que, por diferentes razones, no han visitado Corea del Sur. Su niñez la han vivido lejos de la patria de sus padres o de uno
de sus padres, hablan español y coreano, comen tortillas de harina con frijoles, además del bibimbap. 5 La Escuela de Coreano de Monterrey, establecida en 2004, agrupa a más de cien alumnas y alumnos de pre- escolar (a partir de los 4 años), primaria y secundaria. No tiene fines de lucro, sus maestras son voluntarias y obtiene apoyo financiero parcial del gobierno de la República de Corea. La educación básica es fundamental para que los niños coreanos echen buenas raíces. En Corea del Sur tienen un dicho: “lo que se aprende mal a los tres años, ¡dura 80 años!”. En México, equivaldría a “árbol que nace torcido nunca su rama endereza”. Margarita me enfatizó algo muy importante para la convivencia entre coreanos y mexicanos: los coreanos tienden a ser de mentalidad conservadora. Les cuesta trabajo confiar, de entrada, en los demás, debido a las experiencias que han tenido en otras naciones a lo largo de su historia. Una vez otorgada esa confianza, sin embargo, los mexicanos saben que pueden contar con socios y ami- gos coreanos leales y duraderos. Es algo así como lo que significa un “compadre” entre los mexicanos. La referencia que tiene Margarita de otras escue- las coreanas es una de ellas que funciona en Mérida, Yucatán, de la cual no me dio mayores detalles. A esa ciu- dad del sureste llegó, en 1905, la primera ola de migrantes coreanos, unos mil aproximadamente, a trabajar princi- palmente en las haciendas henequeneras. En reconoci- miento a su presencia y larga duración en la Península, a su tesón y perseverancia en el trabajo, en diciembre de 2017 el Ayuntamiento de Mérida, en conjunto con la Asociación de los Descendientes Coreanos de Yucatán, inauguró la avenida República de Corea en esa ciudad. 6 Teniendo en consideración este antecedente, me parece que es solamente cuestión de tiempo para que suceda algo similar en alguna avenida o calle de la zona metropolitana de Monterrey en reconocimiento al impacto de esta comunidad. Quizá el municipio de Apodaca sea el primero en hacerlo y con ello aumentar su atractivo para el establecimiento de más migrantes corea- nos y el crecimiento de sus desarrollos inmobiliarios.
160 Vivienda Infonavit • DICIEMBRE 2022
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