La crisis climática es un desafío mayúsculo para las ciudades mexicanas y el concepto de resiliencia evolutiva emerge en el sector vivienda en México como idóneo para enfrentarlo, ya que nos orienta a centrarnos en una adaptación constante y en procesos flexibles y ágiles de planeación urbana.
Resiliencia evolutiva: conceptualización y relevancia en materia de vivienda En contraste con las perspectivas antes mencionadas y que Davoudi (2019) denomina como “equilibristas”, la conceptualización de la resiliencia desde una perspec- tiva evolutiva se basa en la idea de procesos continuos de adaptación y transformación como respuesta a los choques acumulados. El mismo autor enfatiza que esta perspectiva se relaciona con una visión del universo como complejo e impredecible, y las ciudades como con- formadas por ciclos adaptativos y heurísticos anidados a diferentes escalas, velocidades y plazos. De acuerdo con Davoudi, esta conceptualización es más adecuada a las ciudades y sus dinámicas, ya que lo que se busca no es regresar al equilibro antes de un evento perturba- dor o lograr un equilibro futuro, sino generar procesos de adaptación constantes. Cabe destacar que, bajo esta perspectiva, la planeación sigue siendo clave, ya que es necesaria para prepararse y responder a los choques, así como para desarrollar capacidades de adaptación de largo plazo. No obstante, la planeación requiere ser ágil e inclusiva, y acoger la incertidumbre, permitiendo ajustes a lo largo del camino para aprovechar las oportunidades de transformación que se presenten. Considerando lo anterior, la resiliencia evolutiva emerge como un concepto altamente relevante en mate- ria de vivienda. Por un lado, esta conceptualización puede ser fructífera en la reflexión sobre los asentamien- tos precarios o informales, así como su mejoramiento. Este tipo de asentamientos está mayoritariamente con- formado por viviendas con graves carencias de habitabi- lidad, y caracterizado por la falta o mala calidad tanto de servicios públicos como de equipamientos urbanos. Por ello, el regreso a un estado anterior a una perturbación sería incongruente. Por poner un ejemplo, la unidad habitacional El Coloso, construida por el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit) durante la década de 1970 en Acapulco de Juárez, México, pre- senta grandes retos en materia de vivienda y hábitat, incluyendo la escasez y mala calidad del agua (Cortés, 2020). En este caso, adoptar una perspectiva de resi- liencia ingenieril, es decir, centrarse en regresar a una situación antes de una perturbación —como pueden ser
los huracanes y los sismos que ocurren en Acapulco— sería regresar a condiciones de precariedad. Asimismo, la resiliencia evolutiva permitiría abandonar la idea de lograr un futuro estado de “equilibrio” en El Coloso y, en cambio, centrarse en desarrollar y sostener procesos de adaptación y transformación constante que permitan enfrentar los desafíos presentes y futuros, incluyendo la crisis climática. Por otro lado, la resiliencia evolutiva emerge como clave con relación a la construcción de vivienda nueva y, en última instancia, a procesos de expansión urbana. Dicho concepto orienta hacia procesos de planeación flexibles y ágiles, así como a patrones de gobernanza que sostengan los ciclos adaptativos y heurísticos, articulando diferentes escalas, velocidades y plazos. Este abordaje es relevante considerando los complejos y dinámicos procesos de desarrollo urbano en la región, los cuales demandan mecanismos e instrumentos maleables en relación con la diversidad de realidades de los barrios —en particular con aquellos precarios o informales—, y ágiles para enfrentar los rápidos cambios que se experimentan en las ciudades, como la expansión urbana. Retos para promover una resiliencia evolutiva en México La promoción de este tipo de resiliencia evolutiva en México enfrenta tres desafíos centrales. El primero de ellos se relaciona con las prácticas de planeación imperantes en el país, las cuales se caracterizan por enfoques positivistas y legales centrados en la elaboración de planes reguladores, así como en la implementación de instrumentos de zonifi- cación para controlar el desarrollo urbano (Galland, 2018). Estas prácticas se relacionan más con una perspectiva de resiliencia desde la ingeniería (entendimiento del espacio y universo como dispositivo mecánico ordenado) y no adaptativa (el universo es complejo e impredecible). En este sentido es crucial repensar y transitar hacia prácticas de planeación adaptativa y, en particular, aquellas orien- tadas a la construcción de vivienda y el mejoramiento de barrios precarios o informales. El segundo desafío se relaciona con la función social del suelo, entendida como el “principio que regula el uso del derecho de propiedad a favor del interés público, a partir del uso, formas de acceso y distribución del suelo
22 Vivienda Infonavit • DICIEMBRE 2022
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