Revista Vivienda Infonavit Año 6 No 2 (Diciembre 2022)

Esta última se agrava por los efectos de la crisis climática que impactan el ciclo hidrológico y ocasionan eventos extremos —lluvias intensas y sequías prolongadas— que incrementan la vulnerabilidad de las ciudades y sus habitantes, en especial de quienes viven en las zonas más marginadas. Al respecto, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) (2019) indica que 24% de los municipios del país registra una vulne- rabilidad climática alta o muy alta; 106 municipios tienen alta vulnerabilidad a las sequías y 17 entidades federativas —que albergan a 62% de la población— concentran una alta propensión a las inundaciones. Por su parte, el Banco Mundial (2013) señala que, para 2050, es muy probable un cambio en el clima de México de 2 °C a 4 °C más cálido, sobre todo en el centro y el norte del país. De igual manera, establece que habrá una disminución proyectada de la precipitación, en particular, de 2060 a 2090 se predice una reducción de 10% a 28%. Frente a esta situación, las ciudades mexicanas enfrentan grandísimos retos a nivel ambiental, social, territorial y econó- mico. Es por ello que la resiliencia debe asumirse como un tema transversal que le permita a los centros urbanos enfrentar los riesgos a los que están expuestos, a partir de la reducción de la inequidad y la vulnerabilidad para, con ello, convertirse en ciu- dades más seguras. En este sentido, la resiliencia se define como “la capacidad de las personas, comunidades, empresas y sistemas que se encuentran dentro de una ciudad para sobrevivir, adaptarse y crecer, independientemente de los tipos de tensiones crónicas e impactos agudos 2 que experimente” (Agencia de Resiliencia de la Ciudad de México, 2016). Cabe mencionar que uno de los principales temas asociados a la resiliencia es el agua. Referente a eso, el Pacific Institute define la resiliencia hídrica como la capacidad de los sistemas hídricos, la naturaleza y las personas de funcionar frente al impacto de shocks , estrés y cambios desproporcionados (Pacific Institute, 2021). Entre los desafíos que se vinculan a la crisis climática, la poca disponibilidad del agua es una de las tensiones fundamentales que afectan a las personas y al desarrollo de las ciudades en las que viven. Para prevenir y gestionar los impactos de los eventos hidrometeorológicos extremos —tales como inundaciones y sequías—, construir resiliencia en las ciudades y contribuir a la seguridad hídrica, es necesario tener un entendimiento integral del territorio donde se ubican. Es decir, integrar al análisis la planeación e implementación de políticas y acciones, el enfo- que de cuenca, así como vincular el ordenamiento territorial y el desarrollo urbano y, con ello, reconocer la importancia de los ecosistemas y los servicios ambientales que brindan. En este sentido, las ciudades deben transitar hacia espacios que sean más sensibles al agua. Esto significa tener un entendi- miento más profundo de su geografía y condición hidrológica para plantear soluciones más integrales, en donde el agua sea el factor estructurante del ordenamiento territorial. La sensibilidad al agua supone una infraestructura adaptativa multifuncional y una perspectiva de diseño urbano que la integre al desarrollo del espacio público, la movilidad, la infraestructura gris

Es por ello que la resiliencia debe asumirse como un tema transversal que le permita a los centros urbanos enfrentar los riesgos a los que están expuestos, a partir de la reducción de la inequidad y la vulnerabilidad para, con ello, convertirse en ciudades más seguras.

40 Vivienda Infonavit • DICIEMBRE 2022

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