Revista Vivienda Infonavit Año 6 No 2 (Diciembre 2022)

La resiliencia se ha convertido recientemente en uno de los obje- tivos prioritarios de muchas ciudades en el mundo, en particular en el contexto de crisis climática que caracteriza a nuestros tiem- pos. Como término, ha sido mayormente empleado en ciertos campos disciplinares, tales como la psicología y la ecología. La definición más utilizada proviene de la ecología, y se basa en un entendimiento sistémico donde se enfatiza la estocasticidad, la adaptación, los múltiples estados de equilibrio y la heterogeneidad (Gunderson y Holling, 2002). 1 La resiliencia —pensada desde la ecología— requiere que los sistemas en cuestión puedan absorber y dar cabida a eventos futuros inciertos o inesperados. El contexto de múltiples crisis o crisis multifacética en el que se inserta la contemporaneidad pone al centro el dinamismo y el cambio y, por lo tanto, posiciona a la resiliencia como una capacidad indispensable para hablar de sostenibilidad. Por desgracia, su reciente uso extendido y gene- ralizado ha hecho que su definición se diluya y que el término pierda significado cuando más se requiere precisarlo. Los sistemas urbanos han sido conceptualizados como socioe- cosistemas complejos y dinámicos con subsistemas que operan de manera acoplada, multiescalar y en red (Gershenson, 2013; Batty, 2013). La resiliencia urbana se encuentra inscrita en dicha complejidad y, por lo tanto, debe responder a múltiples actores y escalas del territorio para ser efectiva, mientras construye capacidad de adaptación y transformación frente a condiciones socioecológicas dinámicas (Meerow et al. , 2016). Los enfoques más recientes de planeación estratégica resi- liente se alejan cada vez más de las perspectivas sectoriales convencionales, aproximándose a otras más integradoras, que incluyen procesos de empoderamiento, apropiación y participa- ción tanto de diversos sectores como actores. La implementa- ción de medidas de resiliencia debe responder a las necesidades de una comunidad específica, por lo que se debe contemplar la diversidad social y la biodiversidad de un sitio para hacerla plural e incluyente. Uno de los desafíos más comunes para cualquier ciudad en su búsqueda por fortalecer la resiliencia urbana es la gestión del agua. La crisis climática está asociada con un incremento de riesgos de tipo hídrico e hidrológico, como pueden ser las inundaciones, encharcamientos, estrés hídrico y sequías, debido al aumento de intensidad y frecuencia de eventos hidrometeorológicos adversos. Las ciudades, al concentrar población, bienes y servicios, se ven afectadas constantemente por este tipo de riesgos.

El crecimiento y expansión urbanos se aso- cia cada vez más con la población vulnerable que se asienta en sitios expuestos a peligros, ya que no tiene acceso a una vivienda asequible (Sennett et al. , 2018). La construcción social del riesgo no solo se presenta en estas zonas de expansión, sino también en zonas consolida- das históricamente relevantes. En ellas se con- centran actividades económicas, académicas, laborales y de servicio que no contemplan su papel en la construcción del riesgo (Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil [SGIRPC], 2022). El interés por incrementar la densidad y los servicios en ciertas zonas de la ciudad representa una oportunidad para poner a prueba modelos urbanos alternativos que sos- tengan una mejor relación con el territorio, en especial con el agua. El desarrollo urbano generalmente está desvinculado de las fuentes de abastecimiento de agua y los sistemas de desagüe de los que depende. La gestión hídrica urbana actual suele estar basada en esquemas centralizados y monofuncionales, que son vulnerables y difí- ciles de costear. Este tipo de esquemas presentan grandes retos para enfrentar contextos diná- micos, proveer a sectores sin servicios y facili- tar, eventualmente, su necesario reemplazo. Al día de hoy son limitadas las exploraciones de modelos alternativos que trascienden el enfo- que técnico para incluir aspectos de gobernanza, distribución equitativa, cultura y participación social que, a la par, cuenten con capacidad de resiliencia y de adaptación en el contexto de crisis climática. El concepto de distritos hídricos explora un modelo alternativo de herramienta de gestión hídrica aplicado al suelo urbano consolidado o en etapa de desarrollo, con potencial de replica- bilidad en distintas zonas urbanas.

52 Vivienda Infonavit • DICIEMBRE 2022

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