Revista Vivienda Infonavit Año 6 No 2 (Diciembre 2022)

La contingencia por la COVID-19, además de atraer una especial atención en la salud y el bienestar de las personas, ha replanteado la forma en que nos relacionamos con las ciudades. Al inicio, la principal estrategia para evitar contagios fue disminuir a un mínimo la exposición al virus a través de medidas de confinamiento con las que se redujeron los desplazamientos que hacían las personas en su día a día. Estas condiciones aumentan la relevancia de aspectos como la caminabilidad y la diversidad de usos con las que cuenta un barrio y, a su vez, nos ha llevado a repensar los modelos de urbanización y a enfocarnos en la proximidad a equipamientos urbanos y servicios (Alberti y Radicci, 2022). En ese momento, desde el Observatorio de Ciudades del Tec de Monterrey buscamos calcular las distancias que se debían recorrer para acceder a los servicios más básicos durante una cuarentena: alimentación y atención a la salud. Este proceso nos llevó al desarrollo de un algo- ritmo con el que fue posible medir la proximidad a estos satisfactores desde un punto definido y replicarlo para cualquier intersección de la ciudad, en cualquier ciudad. El concepto de proximidad La proximidad puede ser entendida como la cercanía geográfica entre una serie de servicios, amenidades y personas. Es un elemento fundamental para garanti- zar que las comunidades en entornos urbanos puedan acceder a distintos equipamientos que se encuentran distribuidos espacialmente (Solá y Vilhelmson, 2018). Existen diversos acercamientos para la medición de la proximidad, que pueden ir desde el análisis de las distan- cias que se deben de recorrer para acceder a amenidades,

hasta la medición del tiempo de traslado. En este aspecto, el cronourbanismo surge como un concepto relevante, ya que se basa en la geografía temporal con un enfoque especial en la relación entre el espacio y el tiempo en los entornos urbanos. Actualmente, una de las principales aplicaciones de la proximidad en las ciudades es la de la ciudad de 15 minutos . Se trata de un marco conceptual desarrollado por Carlos Moreno 1 en 2015, que establece que las principales acti- vidades del día deben de situarse dentro de un radio de 15 minutos caminando desde las viviendas de las personas (Ferrer Ortiz et al. , 2022) (Alberti y Radicci, 2022). Se considera que este acercamiento tiene un impacto en la calidad de vida de las personas, ya que la proximidad a estas actividades reduce su tiempo de traslado y les permite contar con mayor tiempo para otras actividades (Ferrer Ortiz et al. , 2022). Podemos entender, entonces, que los esquemas de planeación urbana desde una perspectiva de cercanía no se tratan solamente de buenas prácticas internacio- nales, sino que tienen impacto en la vida de las personas. Más allá del concepto de la ciudad de 15 minutos, se ha estudiado que la proximidad y las opciones de movilidad que tienen los habitantes se encuentran intrínsecamente relacionadas con su calidad de vida (Natera et al. , 2019) y detonan vecindarios más activos, promueven la inte- racción social y estilos de vida más saludables. Estas externalidades positivas que se producen al contar con una ciudad próxima resultan en comunidades más resilientes. Como se describió previamente, durante la pandemia por la COVID-19 se incrementó el enfoque en entornos urbanos próximos, ya que estos permitían

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