Revista Vivienda Infonavit Año 6 No 2 (Diciembre 2022)

Con el tiempo, esta expresión callejera —perseguida y empujada a los márgenes— ha evolucionado hacia el arte urbano, un fenómeno que ya es considerado como una categoría artística validada por el mercado. En ese sentido, la gran aportación de este movimiento ha sido transitar del cuestionamiento del uso que se hace del espacio público, hacia el mejoramiento urbano. Ahora es posible hablar del grafiti como una expresión artística vinculada al arte urbano, concretizándose en la producción de obras en gran formato y aprovechando los distintos lugares que conforman el espacio público. Es importante resaltar que el grafiti es el resultado de interacciones sociales e intercambios culturales entre jóvenes, los cuales promueven una práctica artística en la que se hace uso de los espacios públicos a través de la escritura y el dibujo con aerosol. 1 Esta expresión, muchas veces ininteligible, que se representa en el mobiliario urbano en forma de firmas y letras infladas, adornadas con flechas, estrellas, signos de exclamación, entre otros muchos elementos decora- tivos, ha significado la presencia de miles de personas jóvenes —y no tan jóvenes— vinculadas a una identidad que los hace reconocerse entre sí desde hace unos 30 años. A la par, ha fomentado la organización colectiva en crews , 2 en los cuales sus integrantes logran dos elementos importantes para sus proyectos de vida: la identidad y la pertenencia social. En esta evolución del grafiti hacia el arte urbano, las personas involucradas han explorado otras posibilida- des expresivas, así como el perfeccionamiento de esta herramienta para la producción de sus obras; todo con la motivación de encontrar una posibilidad de vivir eco- nómicamente de su práctica artística.

Actualmente, la producción de murales en gran for- mato —que incluyen estampas tradicionales, personajes tanto locales como nacionales, así como un gran colo- rido— es parte de nuestro imaginario colectivo, contando con una mayor aceptación e, incluso, apreciación. Este fenómeno se debe a que muchas y muchos de sus reali- zadores comenzaron a participar en programas públicos vinculados a la prevención de la violencia, a la recupe- ración de espacios públicos y al mejoramiento urbano. Estas acciones fueron impulsadas desde distintos nive- les, incluso gubernamentales, y han sido claves para dejar atrás las medidas punitivas, la persecución, la extorsión y el abuso por parte de la fuerza pública. Así, se ha abierto una nueva etapa de reconocimiento social y cultural de esta práctica artística y callejera, la cual ha incorporado no solo a las personas que venían practicándola, sino también a jóvenes universitarios, quienes comenzaron a producir murales artísticos en todo el país, promovidos y auspiciados tanto por la ini- ciativa pública como privada. Este reconocimiento —tanto de su valor estético como de su utilidad social— detonó el desarrollo de procesos formativos para que, al mejorar la convivencia comuni- taria, disminuyan los índices de violencia y se contribuya a la armonía social. Esta refrescante dinámica social y el impacto que pueden generar las actividades formativas vinculadas al arte urbano contribuyen a la resiliencia barrial y comunitaria, ya que las personas que las rea- lizan se ven motivadas a conocerse, a llegar a acuerdos sobre las imágenes que los identifican y quieren plasmar, a vivir la experiencia artística y, con ello, cambiar su per- cepción sobre la comunidad que habitan y contribuir a su transformación.

84 Vivienda Infonavit • DICIEMBRE 2022

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