Anuario 2024 de Cotec
Innovación y democracia
“En un entorno de envejecimiento poblacional, en el que no aumenta el número de trabajadores, la única vía para mejorar el crecimiento es mejorar la productividad”.
Vamos a verlo más en detalle. La renta per cápita (o el PIB per cápita) se puede descomponer en dos factores: el factor empleo y el factor productividad. Esta descomposición permite entender cómo la renta per cápita está influenciada por la demografía. Es decir, la producción per cápita de un país aumenta bien porque aumenta el porcentaje de trabajadores sobre el total de la población, o bien porque los trabajadores son más productivos. Cuando tenemos un dividendo demográfico positivo, tras incorporarse al mercado laboral las cohortes más grandes, la renta per cápita, salvo en situaciones de crisis, aumentará gracias al incremento de la ratio de ocupados sobre la población total (o el factor empleo). Pero cuando desa- parece el dividendo demográfico, en la etapa más avanzada de la transición demográfica, la única vía para poder aumentar la renta per cápita es a través del aumento de la tasa de productividad. Pero ¿qué es la productividad? La productividad mide la cantidad de producción por trabajador. Es decir, si aumenta la productividad podemos decir que con los mismos trabajadores somos capaces de producir más bienes y servicios. Está claro que en un entorno de envejecimiento poblacional, en el que no aumenta el número de trabajadores, la única vía para mejorar el crecimiento es mejorar la productividad. Para que los trabajadores sean más productivos es necesario que aumente la inversión en capital humano, en I+D+i o en infraestructuras estratégicas, así como en la eficiencia del entorno económico, para impulsar la inversión en capital privado. En la figura 2, vemos como la renta per cápita no ha aumen- tado desde el año 2007. Pero ¿por qué es importante el aumento de la renta per cápita? La mejor señal de que la situación de los jóve- nes mejora es que el ascensor social funciona y se produce lo que se llama movilidad generacional, es decir, que los hijos están mejor que sus padres. Los economistas definen dos tipos de movilidad generacional: la relativa y la absoluta. La movilidad relativa compara la posición relativa de los hijos con la de sus padres. Es fácil ver que incluso en un país que no crece puede existir un cierto grado de movilidad intergeneracional relativa, en el sentido de que unos jóvenes mejoran la situación de sus padres, pero en detrimento de otros jóvenes, que la empeoran. La movilidad relativa es un juego de suma cero. Mucho más interesante es la medida de la movilidad
intergeneracional absoluta, pues aquí todos pueden mejorar en la medida en que los hijos mejoren la situación socioeconómica de sus padres. Yonatan Berman muestra que la movilidad intergene- racional absoluta depende prácticamente por completo del creci- miento per cápita. ³ De hecho, la mayoría de los baby boomers en todos los países han conseguido superar la situación de sus padres gracias a un intenso periodo de crecimiento económico donde la renta per cápita aumentó de forma continuada.
PIB per cápita (constante)
30K
25K
20K
15K
10K
5K
0
Figura 2. Evolución de la renta per cápita
Por lo tanto, si no conseguimos mejorar la renta per cápita, los jóvenes de hoy van a ser la primera generación que tendrá un nivel de vida medio inferior al de sus padres. Y una vez hemos pasado la fase en la que el dividendo demográfico es positivo, la única posibilidad de que la renta per cápita aumente es que lo haga la productividad. El impacto del envejecimiento sobre la política que, a su vez, acaba impactando sobre la economía es menos conocido. Conde-Ruiz y Conde-Gasca ⁴ y Conde-Ruiz y Galasso ⁵ llaman a este efecto la “demografía política”. Cuando la pirámide demográfica se invierte, y la relación entre los ancianos y los jóvenes aumenta dra-
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