Quince visiones
José Ignacio Conde-Ruiz
Demografía
principal en defensa de esta propuesta es que diversos estudios encuentran que las madres con hijos menores son más proclives a apoyar medidas que favorecen a los más jóvenes, como, por ejemplo, la educación. Innovaciones para crear nuevas instituciones independientes que velen por los intereses de los jóvenes: • Crear una institución por el bienestar de las generaciones futuras . Muchas de las decisiones que se están tomando hoy en día conciernen a los jóvenes sin que ellos estén pre- sentes cuando se deciden cosas determinantes para su futuro. Tenemos muchos ejemplos: cuando se toma la deci- sión de financiar un gasto público emitiendo deuda pública, son los jóvenes los que pagarán una parte importante de esa deuda; cuando se decide sobre una reforma de las pen- siones, son los jóvenes los que han de pagar las pensio- nes del futuro; o cuando se decide sobre si emprendemos acciones costosas para frenar el cambio climático, son los jóvenes los que estarán vivos en el planeta cuando se vea la eficacia de esas políticas frente al calentamiento global. Por lo tanto, una institución independiente que velara por el bienestar de los jóvenes, y donde los jóvenes estuvieran repre- sentados, conseguiría amplificar su voz y atenuar los proble- mas del cortoplacismo político. • Introducir un informe de impacto desde el punto de vista inter- generacional en todas las leyes. Al igual que se ha introducido la obligatoriedad de los informes de impacto de género, se tra- taría de hacer lo mismo en aquellas leyes o normativas que puedan afectar a los jóvenes en el futuro. Innovaciones para introducir reglas fiscales en favor de la equidad intergeneracional: • Primera regla. Eliminar el déficit estructural. Sabemos que el gasto público en España está fuertemente desequilibrado hacia la edad. Pero cada año, aproximadamente 4 puntos del PIB que correspondería pagar, se pasan al futuro emitiendo deuda pública. Estos 4 puntos de PIB es el nivel del déficit estructural, que es el déficit estimado que tendría España si la economía estuviera creciendo a su potencial. Luego un primer paso es eliminar el déficit estructural, que no es otra cosa que pagar lo que corresponde a cada generación. Y para ello, tendremos que, o bien reducir o desmantelar algunos programas del estado de bienestar, o bien aumentar los ingresos públicos. El nivel de deuda pública ya está en niveles históricamente elevados, supe- rando el 113 % del PIB. Si llega una pandemia, una crisis o los efectos de una guerra se puede admitir tener déficit, pero no
tiene sentido que también tengamos déficit cuando la economía se encuentra en pleno funcionamiento, pues lo que estaríamos haciendo es pasar facturas impagadas a las generaciones futu- ras. • Segunda regla. Establecer una norma fiscal intergeneracio- nal: por cada euro adicional que se gaste en los mayores debe ir otro euro adicional para los jóvenes. Para contrarrestar los incentivos electorales de la demografía política es necesario establecer una regla fiscal intergeneracional que regule auto- máticamente la asignación del gasto público. Se nos pueden ocurrir muchas configuraciones de esta regla, pero la más sencilla sería establecer que por cada euro adicional asig- nado a los programas de gasto público, que se dirigen princi- palmente a las personas mayores, debería asignarse un euro adicional a los programas de gasto dirigidos a los jóvenes. Y por supuesto, estos recursos no pueden financiarse con deuda pública. No tiene sentido invertir en medidas que favorezcan a los jóvenes si se hace a costa de que se las paguen ellos mismos, pasándoles la factura al futuro a través de la deuda pública. Y cuando hablamos de políticas que favorecen a los jóvenes, como hemos dicho anteriormente, estamos hablando en un sentido amplio, es decir, entran todas aquellas medidas que van a tener un impacto sobre la productividad o el creci- miento de largo plazo: la educación, políticas activas, la I+D+i, infraestructuras estratégicas, medidas para frenar el cambio climático, medidas para luchar contra la pobreza infantil, etc . Esta regla tendría muchas ventajas. Primero, ayudaría a reconfigurar el gasto fiscal en favor de los jóvenes, actuando sobre los flujos de gasto futuros. Claramente constituiría un contrapeso a la dinámica demográfica actual, que, al incre- mentarse el número de personas mayores, tiende a aumentar automáticamente el gasto en programas asociados a la edad, como las pensiones, la asistencia sanitaria y la dependencia. Segundo, aumenta el coste de oportunidad de las promesas electorales a las personas mayores. Como no se pueden finan- ciar con deuda, y por cada euro que se quiera gastar en los mayores tiene que gastarse el equivalente en los jóvenes, cada euro comprometido en las elecciones a los mayores costaría el doble. Esto obligaría a una subida de impuestos (políticamente muy costosa) o bien a una reducción (políticamente aún más dolorosa) del gasto público existente. En tercer lugar, las parti- das que benefician a los jóvenes se verían significativamente ampliadas. Y se trasladaría el gasto público a programas favo- rables a los jóvenes, como guarderías, escuelas, universidades, investigación y formación o el cambio climático. Todas ellas pueden tener un impacto positivo en el crecimiento económico a medio plazo, en contraposición al gasto asistencial.
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