Anuario 2024 de Cotec

Quince visiones

Daniel Innerarity

Instituciones

La política como ámbito de innovación

“Tendemos a descontar o ignorar los problemas que parecen distantes. Anticipar los beneficios futuros tiene menos fuerza que los costes presentes”.

T enemos un problema con la política, un problema que no se arregla mejorando los instrumentos de los que disponemos, sino cambiando de problema; no es que tengamos bien identificado el problema y nos falle únicamente el instrumento con el que preten- demos solucionarlo. Nuestro desacierto es más radical: ha cam- biado la función de la política y seguimos pensando que lo único que deben cambiar son las soluciones, haciendo que la misma política sea ahora más eficaz o modificando el formato. El cambio que se ha producido en el mundo contemporá- neo es muy profundo y afecta a la política de un modo más radical; cabría afirmar sin exageración que estamos ante un proceso de transformación social que interpela a la política como lo hicieron, hace cuatrocientos años, aquellos cambios sociales que estuvieron en el origen de la invención de los modernos Estados nacionales. Son estos procesos los que están produciendo actualmente unas transformaciones insólitas en las formas institucionales, los instru- mentos y los mecanismos de coordinación gracias a los cuales las sociedades actuales intentan resolver sus problemas colectivos y proveer los bienes públicos. Podemos calificarlos de cambios irreversibles, que no obedecen a una moda pasajera, sino a cam- bios estructurales, como la globalización de la economía, la confi- guración de sociedades del conocimiento, la individualización de los estilos de vida o la europeización de nuestras sociedades. En

medio de estas turbulencias, no se trata de mejorar la eficacia de la política tradicional, ni siquiera de adaptarla a unas nuevas reali- dades, sino de entender cuál es la función que tenemos derecho a esperar de la política en un mundo diferente. Cuando hablamos de innovación estamos habituados a pensar en ciencias experimentales, en economía y tecnologías, pero no en ciencias humanas, en las sociedades y mucho menos, en sus Gobiernos. Uno podría quejarse por esta restricción del con- cepto de innovación, pero la verdad es que hay alguna razón que explica el hecho de que casi nadie asocie la política con alguna novedad. Es llamativo que en el mismo mundo convivan la inno- vación en los ámbitos financieros, tecnológicos, científicos y cul- turales con una política inercial y marginalizada. El repliegue de la política frente al vigor de la economía o el pluralismo del ámbito cultural es un dato que merece ser tomado como punto de par- tida de cualquier reflexión acerca de la función de la política en el momento actual. Es una valoración casi unánimemente compartida que la capacidad configuradora de la política retrocede de manera preocupante en relación con sus propias aspiraciones y con la fun- ción pública que se le asigna. No se trata de defectos de las perso- nas o incompetencias singulares, sino de un déficit sistémico de la política, una escasa inteligencia colectiva en comparación con el vitalismo de otros ámbitos sociales.

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