Anuario 2024 de Cotec

Quince visiones

Genética

Montse Esquerda

“Si las tecnologías de edición genética están disponibles solo para ciertos grupos socioeconómicos, podría aumentar la desigualdad en el acceso a las mejoras genéticas”.

Solucionar problemas complejos puede requerir tecnología, y esta benefi- ciarlos, pero principalmente se enriquece- rán de la colaboración, el dialogo y la diver- sidad de enfoques. El segundo autor que puede ayudar a acercarnos al problema de la tecnología en las democracias modernas es Hans Jonas, un filósofo alemán del siglo XX que desarrolló su pensamiento en torno a la ética de la tecnología en relación al “prin- cipio de responsabilidad”. Jonas sostiene que, a medida que el poder de los avances tecnológicos va aumentando, surge la res- ponsabilidad de considerar las posibles consecuencias a largo plazo de nuestras acciones. El principio de responsabilidad aboga por la anticipación de los efectos de nuestras decisiones tecnológicas, la asun- ción de la responsabilidad por las posibles consecuencias y la adopción de medidas precautorias para preservar la integridad de la vida y el medioambiente. Jonas des- taca la necesidad de una ética orientada al futuro, donde la responsabilidad hacia las generaciones futuras y la preservación de la biosfera sean fundamentales. En resu- men, el pensamiento de Jonas enfatiza la importancia de la responsabilidad ética en el uso de la tecnología, anticipando y miti- gando los posibles impactos negativos para garantizar un equilibrio sostenible entre la tecnología y la vida. Siguiendo a Jonas, sería fundamen- tal identificar principalmente las posibles consecuencias negativas de los avances tecnológicos, para poder preverlas y evi- tarlas. Con palabras de Jonas, “el primer deber de la ética futura debe ser visualizar los efectos a largo plazo de los proyectos tecnológicos. Nunca hemos tenido tanto poder con tan poca guía para usarlo (…).

Tenemos la mayor necesidad de sabiduría cuando menos creemos en ella. Es necesa- rio prestarle más atención a la profecía de fatalidad que a la profecía de felicidad. Lo más urgente es una ética de prevención, no de progreso y perfección”. Algunas de las tecnologías actuales más potentes pueden afectar de diversas maneras a la democracia, tanto positiva como negativamente. Jonas consideraría que es fundamental establecer cuáles son los riesgos potenciales antes de los posi- bles éxitos, pues solo así podrán evitarse o paliarse. Pueden identificarse dos ámbitos tecnológicos emergentes actuales en los que es fundamental identificar los riesgos del impacto en las democracias occiden- tales: las inteligencias artificiales (IA) y las técnicas de edición genética CRISPR-Cas9. Los significativos avances en los sistemas de IA han sido impulsados prin- cipalmente por el aprendizaje automático ( machine learning o ML), el cual se basa en el uso de diversas clases de redes neurona- les artificiales, adaptadas según el tipo de problema que se busca abordar. El principio fundamental de estos sistemas es relativa- mente simple: a partir de un conjunto de datos de entrada, generan un resultado al encontrar una configuración óptima de los parámetros en las redes neuronales que componen el sistema. El proceso mediante el cual se logra ajustar estos parámetros se denomina aprendizaje. La IA puede aportar grandes avan- ces en áreas muy diversas, ya sea por la automatización mucho más eficiente de tareas repetitivas, la optimización de pro- cesos industriales o el análisis de datos a gran escala, que pueden servir para iden- tificar patrones, tendencias y correlacio- nes que podrían ser difíciles de detectar

manualmente, proporcionando valiosos conocimientos en campos como la inves- tigación científica, la planificación urbana y la gestión empresarial. Todo ello puede aplicarse en campos tan diversos como la medicina, la movilidad ciudadana, la gestión de recursos en la Administración pública o el marketing personalizado. Las promesas, en palabras de Jonas, son elevadas, pero también son elevados los riesgos. Una de las grandes amenazas del uso de la IA es la protección de datos y la privacidad. Marta Peirano, en una interesante TED Talk, se preguntaba: “¿Por qué me vigilan si no soy nadie?”. La ponente explora cómo la recopilación masiva de datos, incluso de personas apa- rentemente “anónimas”, conlleva una vigi- lancia constante, a menudo sutil, que puede tener implicaciones significativas y afectar a la libertad individual y la autenticidad en la sociedad. La recopilación de datos puede tener, pues, implicaciones negativas para la privacidad de los ciudadanos, lo que podría afectar al ejercicio libre de sus derechos democráticos y la autonomía personal. Otro de los grandes riesgos éti- cos es uno que se ha comentado también como avance, el marketing personalizado o microtargeting y la personalización: las IA pueden emplearse para personalizar men- sajes políticos y publicidad, lo que permite a los actores políticos dirigirse a segmentos específicos de la población de manera muy precisa. Este no es un fenómeno reciente. En 1917, Edward Bernays fue contratado por el presidente Wilson para convencer a la opi- nión pública norteamericana de la nece- sidad de que el país entrara en la Primera Guerra Mundial. Su tarea principal era uti- lizar técnicas de propaganda para fomen- tar el apoyo público a la participación de

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