Anuario 2024 de Cotec

Quince visiones

Crisis climática

Laurence Tubiana

Innovaciones democráticas para hacer políticas climáticas inclusivas

! Cómo podemos crear las condiciones para que la elaboración de políticas climáticas sea más inclusiva y equitativa? Ningún respon- sable político, por dispuesto que esté a hacer el bien, es omnis- ciente ni capaz de estimar a la perfección los complejos efectos distributivos y la diversidad de intereses implicados en la transi- ción hacia el cero neto. Por eso, garantizar que se tienen en cuenta todas las perspectivas en la elaboración de políticas climáticas no puede dejarse al azar. Los sistemas de gobernanza democrática tienen que diseñarse para tener en cuenta todas las perspectivas de manera sistemática, no excepcional. Por desgracia, en este caso tampoco existe una solución sencilla. Sin embargo, hay una serie de innovaciones destinadas a dar más voz a los ciudadanos y las comunidades que suelen estar infrarrepresentados que podría cambiar la situación de manera sig- nificativa. Estas deben guiarse por el principio de que son las pro- pias comunidades y los propios ciudadanos quienes mejor conocen sus intereses y que, por lo tanto, hay que confiar en ellos y empo- derarlos para que den su opinión y actúen siempre que sea posible. Las asambleas de ciudadanos, como una en la que tuve la suerte de participar en Francia durante los años 2019-2020, suponen una herramienta valiosa. Suelen estar formadas por un grupo de ciudadanos seleccionados al azar que representan la diversidad de la población, en aspectos como la edad, el género, la etnia, el estatus socioeconómico y la geografía. A los partici- pantes se les facilitan conocimiento especializado y una serie de perspectivas sobre las cuestiones, lo que les permite tomar deci- siones informadas, libres de desinformación y de las dinámicas partidistas que fomentan el tribalismo y la polarización. Como sos- tiene Martin Wolf, ¹⁸ los responsables políticos no deberían consi- derar las asambleas ciudadanas una amenaza a la primacía de la democracia representativa, sino una herramienta indispensable cuyo fin es corregir los déficits democráticos y construir “mandatos sociales” para una política climática ambiciosa. Las asambleas de ciudadanos también pueden ser una herramienta valiosa a nivel subnacional, y en algunos casos están empezando a establecerse como organismos permanentes, como sucede en Bruselas y Milán. La escala de la elaboración de políticas climáticas no siem- pre puede o debe ser nacional. Las entidades subnacionales —las regiones, las provincias y las ciudades— suelen entender mejor que la mayoría la necesidad de actuar urgentemente contra el cambio climático. Sufren de manera más directa sus efectos, por ejemplo, en el sur de España, donde el calor extremo y la intensa sequía alteran la vida cotidiana y amenazan los medios de subsistencia. ¹⁹ También están más cerca de los ciudadanos y, por lo tanto, parten de una buena situación para fomentar una mayor participación ciudadana y el consentimiento democrático para las iniciativas climáticas. Siempre que sea posible, las decisiones sobre políti- cas climáticas deberían transferirse a los organismos de gobierno local, y los Gobiernos centrales deberían implicar mucho más a los

subnacionales en la formulación de las políticas climáticas del país, aprovechando su proximidad a la ciudadanía y su estrecho cono- cimiento de la realidad sobre el terreno. En Cataluña, el proyecto Eudemon está desarrollando una metodología de resolución de conflictos para su utilización en zonas donde existe oposición a los proyectos de energías renovables, en la que se utiliza un proceso de escucha colaborativa con las diversas partes interesadas. ²⁰ La rendición de cuentas de los Gobiernos ante los gober- nados es, tal vez, la cualidad más importante de una democra- cia que funciona y un requisito previo para que los ciudadanos participen más en la formulación de las políticas climáticas. Los responsables políticos deben ser transparentes, no solo acerca del efecto de sus políticas en las emisiones, sino en la distribución de los costes y los beneficios derivados en los distintos niveles de ingresos y riqueza, y en las diferentes regiones y generaciones. Como sugiere la socióloga Imme Scholz, los Gobiernos deberían hacer un seguimiento público de sus avances con respecto a los objetivos acordados, y permitir que los ciudadanos y la sociedad civil les pidan cuentas. ²¹ Esto ayudaría a convencer a la sociedad de que la transición se está llevando a cabo de manera justa y, por extensión, generaría confianza en el sistema político y las institu- ciones que lo supervisan. Las democracias también deben abordar la influencia des- proporcionada que siguen ejerciendo los intereses empresariales en la elaboración de las políticas, entre ellas las relativas al clima. El sector de los combustibles fósiles se beneficia mucho del statu quo y tiene un historial bien documentado de recurrir a tácticas, muchas veces turbias, para frustrar los esfuerzos por eliminar progresiva- mente los combustibles fósiles. No es casualidad que en los países donde existe un importante sector de los combustibles fósiles —como Estados Unidos, Canadá y Australia— los resultados de la descarbo- nización hayan sido mucho peores. ²² Las democracias deben estar muy atentas a la financiarización de las campañas electorales, que abre la puerta a influencias indebidas por parte de los individuos y las empresas con más dinero. El fallo del Tribunal Supremo de Estados Unidos en el caso Citizens United contra la Comisión de Elecciones Federales, que, en nombre de la libertad de expresión, levantó las restricciones a las donaciones de las empresas para las campañas políticas, es una advertencia para otras democracias. La elaboración de políticas para la transición hacia el cero neto es una tarea abrumadora, sobre todo en la situación actual de malestar de la democracia. Pero la respuesta no puede ser descartar la democracia ni abandonar la transición hacia el cero neto. Se necesita valor para abordar las profundas desigualda- des que subyacen en el backlash actual y pasar el poder político que tienen los intereses creados, que se resisten egoístamente al cambio, a los ciudadanos y las comunidades. Un futuro más verde y democrático es posible, pero los responsables políticos deben estar a la altura de las circunstancias.

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