Este consejo sencillo le recordó a Cassidy sus propias vivencias. “La vacilación de Luna hacía que no pudiera darle a la pelota”, explica. El temor y la incertidumbre le impedían lograr lo que se había propuesto, al igual que le sucedió a Cassidy cuando recién empezaba a desarrollar su negocio Melaleuca. Hace tres años, Cassidy dedicaba sus días a la escolaridad de sus hijos en casa y sus noches a ganar algo de dinero atendiendo mesas en un restaurante, a veces hasta la medianoche. Ella y su esposo prácticamente no tenían ahorros ni mucho menos un plan de jubilación. Cassidy no recuerda la presentación que le dio Melinda Lough, pero sí recuerda haberle dicho que no. “No era el momento idóneo para mí”, dice. Pero Melinda no se dio por vencida, y algún tiempo después Cassidy accedió a inscribirse. Así fue que asistió por primera vez a la Convención con la esperanza de que Melaleuca le fuera a cambiar la vida. “Los relatos que escuché me inspiraron, de modo que fijé un objetivo bastante elevado”, dice. Su intención era volver a la próxima Convención convertida en Directora Superior. “¿Y qué pasó? Volví como Directora 5”. Durante los 12 meses que siguieron, Cassidy avanzó dos veces, lo que la dejó sintiéndose “frustrada hasta más no poder” y atascada. Las dudas la acechaban: “Tal vez no estoy hecha para esto. Tal vez no soy lo bastante buena”. Inmersa en su abatimiento, Cassidy asistió a la Convención por segunda vez. Entonces comprendió lo que debía hacer. No pierda de vista la pelota y abanique “Me encontraba en una encrucijada”, explica. “Podía volver a casa, hacer lo mismo de siempre y con ello tener una vida razonablemente buena, o bien podía ponerme las pilas con respecto a mi negocio Melaleuca y dar la vuelta a la tortilla”. Cassidy se dio cuenta de que durante los dos últimos años había operado su negocio dentro de los límites de su zona de confort; en ese momento comprendió que su familia merecía mucho más. Le dijo a Melinda que no se iba a rendir y que no le decepcionaría a ella ni a las personas a su alrededor. Más importante aún, se negaba a decepcionarse a sí misma. “Ya me había defraudado tantas veces”, dice. Esta vez fue diferente, tomó la firme resolución de no perder de vista la pelota y de darle con todas sus fuerzas.
Hágale caso al entrenador Para lograr su objetivo, Cassidy decidió aprovechar los recursos que ya estaban a su disposición. “Llamé a Melinda y le dije: ‘Dime exactamente lo que hiciste para tener éxito en tu negocio’”, relata. Había decidido seguir todos sus consejos al pie de la letra, porque “no quería reinventar la rueda”. “Las actividades básicas existen porque son, de hecho, la base”, comenta. “Y si las realizas constantemente, tu negocio Melaleuca tendrá un fundamento sólido”. Lo primero que hizo Cassidy fue hacer un esfuerzo por salir de casa cada semana para conocer nuevas personas y ampliar su lista de contactos. Después, se dedicó a hacer entre 20 y 30 llamadas cada semana, y por último presentó Melaleuca: Un resumen con mayor frecuencia. “Tiene que haber una estrecha conexión entre los nuevos contactos y las citas con presentación completa”, aconseja. “Cuantas más personas vayan a las presentaciones, más nuevos clientes y socios empresariales tendrás”. Al igual que haría cualquier buen entrenador, Melinda la alentó a cada paso. “El constante aliento de Melinda cambió mi vida”, dice. “Mi deseo es brindar esa clase de apoyo a otras personas, porque sé lo importante que puede ser”. Eso era parte del atractivo de desarrollar un negocio Melaleuca: el libro de jugadas ya existe y da buenos resultados.
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JULIO 2019 | MELALEUCA.COM
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