EH3895 TAMPS 17JUN2025 WA

18/INTERNACIONAL

el horizonte

Martes 17 de junio de 2025

EMPLEADOS HACEN HUELGA EN PARÍS Cierra Museo de Louvre, miles de turistas afectados

Cada año, el museo más famoso del mundo recibe a casi 9 MILLONES de turistas al año, haciéndolo muy caótico

ta. Largas filas de visitan- tes, muchos con entradas en mano y provenientes de otros continentes, espera- ban bajo la icónica pirámi- de de cristal sin informa- ción oficial ni explicaciones. El cierre repentino paralizó el corazón cultural de París y generó una ola de frustra- ción entre quienes soñaban con ver obras como La Gio- conda o la Venus de Milo. ESTA REBASADO El detonante de la protes- ta, iniciada durante una re- unión interna, fue el recla-

REDACCIÓN El Horizonte

Visitantes de todo el mundo se encontraron este lunes 16 de junio con las puertas del Museo del Louvre cerra- das, sin previo aviso. La cau- sa: una huelga espontánea del personal, que denun- ció condiciones laborales “insostenibles” y la presión diaria de atender a multi- tudes que superan con cre- ces la capacidad operativa del museo más visitado del mundo. La escena fue insóli-

REDADAS PROVOCAN AUSENTISMO ESCOLAR LAS OPERACIONES DE DEPORTACIÓN EN CALIFORNIA, provocaron un aumento del 22% en las ausencias escolares, generando alarma entre educadores y autoridades por el impacto en el aprendizaje y la salud mental. Hay más de 100,000 alumnos de origen latino.

TRABAJAR EN EL LOUVRE ES INSOSTENIBLE La huelga espontánea del Louvre estalló durante una reunión interna de rutina dejando a gente con ticket en mano, fuera del recinto

mo por la sobreexplotación del personal y la falta de re- cursos para manejar una afluencia desbordada. En 2024, el Louvre recibió casi 9 millones de visitantes,

más del doble de lo que el personal considera viable. . Aunque existe un límite diario de 30,000 personas, los empleados insisten en que resulta muy agotador.

¿Eres un cristiano practicante?

COLUMNA

ESPIRITUALIDAD

POR RON ROLHEISER

Los Hechos de los Apóstoles afirman que FUE EN ANTIOQUÍA donde los seguidores de Jesús fueron llamados "cristianos" por primera vez. U na vez escuché una homilía de- safiante en la que el sacerdo- te preguntó: "Si te llevaran a jui- cio y te acusaran de ser cris- trimonio igualitario. Solo tiene estos crite- rios: ¿Alimentaste al hambriento? ¿Diste de beber al sediento? ¿Recibiste al refu- giado? ¿Visitaste a los enfermos? ¿Visitas- te a los presos?

rá si somos cristianos o no, ¿podría ser la prueba más contundente de todas nues- tra participación regular en la Eucaristía? ¿Podría esta simple acción condenarnos como cristianos practicantes? De entre todos estos posibles criterios, ¿cuál define a un cristiano practicante? Quizás el camino más fructífero hacia una respuesta no sea sopesar estos criterios para intentar discernir cuál es el más im- portante para determinar qué define a un cristiano practicante. Quizás sea más fruc- tífero centrarse en el verbo "practicar". Practicar algo no implica dominarlo, ser competente en ello, ni siquiera ser perfec- to. Simplemente significa que te esfuerzas por dominar la habilidad. Dada la naturaleza humana, todos tene- mos ciertas deficiencias para estar a la al- tura de las exigencias del discipulado cris- tiano. Como alguien que lucha por domi- nar un instrumento musical o una habili- dad atlética, todos seguimos practicando. Por lo tanto, en la medida en que nos es- forzamos por mejorar en alimentar al hambriento, acoger al forastero, amar a nuestro enemigo, irradiar la gran compa- sión de Dios, compartir nuestra existencia en comunidad y estar habitualmente en la mesa de la Eucaristía, somos, de hecho, cristianos practicantes

existencia compartida, y todo aquel que comparte su existencia en comunidad vive en Dios. Si esto es cierto, y lo es, entonces, siem- pre que vivimos en familia y comunidad, somos «cristianos practicantes». Por su- puesto, esto no puede equipararse sim- plistamente con una comunidad ecle- sial explícita, con ir a la iglesia; sin embar- go, sí insinúa fuertemente la pertenencia a una comunidad de gracia. Entonces, ¿ir a la iglesia me convierte en cristiano prac- ticante? Finalmente, hay otro criterio crítico. El Jesús terrenal nos dejó solo un ritual: la Eucaristía. La víspera de su muerte, insti- tuyó la Eucaristía y nos dijo que siguiéra- mos celebrándola hasta su regreso. Du- rante 2000 años hemos sido fieles a esa invitación, hemos mantenido viva la Euca- ristía. Según el teólogo Ronald Knox, esto constituye «nuestro único gran acto de fi- delidad», ya que no siempre hemos sido fieles en otros aspectos. A veces no hemos puesto la otra mejilla, no hemos amado a nuestros enemigos, no hemos alimentado al hambriento y no hemos acogido al refugiado, pero hemos sido fieles a Jesús en un aspecto crucial: hemos seguido celebrando la Eucaristía. Hemos sido cristianos practicantes en al menos un aspecto importante. Entonces, ante un jurado que juzga-

tiano, ¿encontrarían pruebas suficientes para condenarte?". Una pregunta intere- sante, sin una respuesta sencilla. ¿Cómo seríamos juzgados exactamente? ¿Qué podría constituir una prueba contundente de que somos cristianos? Crecí en una cultura católica romana que tenía ciertos criterios consensuados sobre qué te convertía en "católico practi- cante," a saber: ¿Vas a la iglesia con regu- laridad? ¿Cumples el sexto mandamien- to? ¿Está tu vida matrimonial en orden? Más recientemente, tanto los católicos ro- manos como otras denominaciones han empezado a juzgar tu posición cristiana por tu postura sobre ciertos temas mora- les como el aborto o el matrimonio igua- litario. ¿Y qué hay de Jesús? ¿Qué enseñó so- bre lo que define a un cristiano practican- te? No hay una respuesta sencilla. Jesús, los Evangelios y el resto del Nuevo Testa- mento son complejos. Por ejemplo, al en- señar cómo seremos juzgados en última instancia, Jesús no menciona asistir a la iglesia, guardar el sexto mandamiento ni nuestra postura sobre el aborto o el ma-

¿Cuál sería el veredicto si estos fueran los criterios centrales por los que un jura- do nos juzga? Luego está el Sermón de la Montaña. Al aconsejarnos sobre lo que significa ser su discípulo, Jesús pregunta: ¿Amas a quie- nes te odian? ¿Bendices a quienes te mal- dicen? ¿Haces el bien a quienes te hacen daño? ¿Perdonas a quienes te han hecho daño? ¿Perdonas a quien te mata? ¿Amas más allá de tus instintos innatos? ¿Algu- na vez has puesto la otra mejilla? ¿Irradias la compasión de Dios que se extiende por igual a todos, buenos y malos? De nuevo, ¿cómo resistiría nuestro disci- pulado de Jesús el juicio en relación con estos criterios? Sin embargo, existen otros criterios críticos sobre qué nos convierte o no en seguidores practicantes de Jesús. Uno de estos criterios tiene que ver con la comunidad. Las Escrituras nos dicen que Dios es amor y que quien permane- ce en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en esa persona. La palabra que se usa aquí para amor es «ágape», y en este contexto también podría traducir- se como «existencia compartida». Dios es

www.ronrolheiser.com

RON ROLHEISER: Sacerdote católico y miembro de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada. Especializado en Teología en la Universidad de Lovaina, Bélgica. Presidente Emérito de la Escuela de Teología de los Oblatos en San Antonio, Texas. Columnista, conferencista y escritor

Made with FlippingBook Ebook Creator