INICIANDO LA CONVERSACIÓN La comunicación es más eficaz cuando todos los participantes tienen una sensación de conexión y colaboración. La mejor forma de conseguir esto es pidiendo permiso. Por ejemplo, podría decir: "Hay algo de lo que últimamente he escuchado en las noticias y esperaba que pudiéramos hablar al respecto por unos minutos. ¿Está bien?" Cuando sea el momento adecuado para empezar a dialogar, formule preguntas utilizando “cómo,” “qué,” y “por qué” para ayudar a su hijo o hija a resolver diferentes situaciones que podrían involucrar alcohol. Estas son diferentes a las preguntas que implican un "sí" o "no" como respuesta, tales como "¿conoces a alguien que bebe?" Las preguntas que comienzan con “cómo,” “qué,” y “por qué” pueden fomentar un intercambio de ideas. Ayudan a los preadolescentes a practicar el pensamiento racional sobre los pros y los contras de diferentes alternativas. Las preguntas abiertas les permiten a los chicos desarrollar habilidades de razonamiento que les ayudan a resistir las emociones que responden al impulso del momento.
Cómo nos afecta el alcohol
Los chicos que beben alcohol antes de los 21 años son más propensos a: Enfrentar problemas en la escuela Ser agredidos Abusar del alcohol posteriormente Ahogarse o caer Fallecer en un choque automovilístico El alcohol es una droga que deprime todo el organismo. Desde el primer trago, el alcohol comienza a deteriorar el juicio, la coordinación y el tiempo de reacción. A medida que llegan al cerebro niveles más altos de alcohol, se disminuye la velocidad de los procesos físicos, incluida la respiración y la frecuencia cardíaca. Demasiado alcohol hace que la respiración y la frecuencia cardíaca disminuyan a niveles peligrosamente bajos, o incluso que se detengan.
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