Los desafíos para el futuro de la FP en España
Igual que la Educación Infantil, la Educación Primaria, la Educación Secundaria o el Bachille- rato son modalidades educativas que atienden a alumnado de distintas edades y en distintas etapas, la Formación Profesional es también una modalidad propia y diferenciada. Por ello, de la misma manera que no resultaría adecua- do formar con los mismos criterios a docentes de Educación Infantil y Secundaria esperando resultados de mejora en el aula, tampoco es adecuado derivar a los docentes de Formación Profesional a actividades y acciones formati- vas que ignoran su idiosincrasia y precisan de constantes adaptaciones a su realidad, legisla- ción y contenido curricular. Los docentes de Formación Profesional necesitan de espacios propios acordes a su realidad. Espacios donde la formación, el en- cuentro, la colaboración, la comunicación y la coordinación se adecúen a las necesidades de su actividad educativa. Espacios y proyectos, presenciales y/o digitales, que se ajusten a las necesidades de su día a día.
No se trata solo de reconocer y contextualizar su realidad docente. La Formación Profesio- nal cuenta con un carácter social que supera lo profesional y asciende a lo identitario en la carrera del profesorado. Así, a pesar de la gran diversidad de familias profesionales y de sus distintas modalidades, los docentes de Formación Profesional com- parten una carrera e identidad, en muchas ocasiones huérfana de espacios y proyectos específicos donde expandir su motivación y profundizar en una vocación compartida.
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