Meritocracia y Educación (versión ampliada)

INFORME 2023 MERITOCRACIA Y EDUCACIÓN

Conceptos, percepcio- nes y argumentos en el debate público Cuando hablamos de meritocracia, nos referi- mos comúnmente a un sistema en el que las personas son seleccionadas y promovidas a posiciones de éxito, poder o influencia en función de sus habilidades y méritos demos- trados. Aunque el término tiene connotaciones positivas debido a su origen etimológico, la concepción de la meritocracia nace con una carga negativa en el libro "The Rise of Merito- cracy" de Michael Young (1958). En esta sátira, se presenta una Gran Bretaña distópica donde los gobernantes pertenecen a una élite cogni- tiva seleccionada según la fórmula de mérito = inteligencia + esfuerzo . Concebida en estos tér- minos, la meritocracia perpetúa una sociedad jerárquica y elitista marcada por la segrega- ción educativa desde una edad temprana y una obsesión por la cuantificación del mérito. Quizás como consecuencia de la creciente desigualdad e inseguridad económica que ha tenido lugar a lo largo de la década de 2010, la concepción de la meritocracia se enfrenta actualmente a un renovado escrutinio y crítica social, como se aprecia en la popularidad de varios ensayos recientes destinados a desmi- tificarla (Markovits, 2019; Sandel, 2020; Barra - gué et al., 2022). Este creciente escepticismo sobre la meritocracia podría suponer una pérdida de su popularidad como ideal desea- ble, y nos plantea varias preguntas: ¿Hasta qué punto la meritocracia se sigue percibiendo, a día de hoy, como un sistema de selección y reparto positivo?

¿Es partidaria la ciuda- danía de la premisa me- ritocrática? Pese a su origen distópico y el reciente au- mento de críticas contra ella, lo cierto es que el ideal meritocrático todavía goza de bastante popularidad entre las sociedades contempo- ráneas. Por un lado, la evidencia indica que las personas generalmente consideran el ideal de la meritocracia como un sistema de reparto y distribución moralmente deseable (Cappelen et al., 2010; Castillo et al., 2021). 1 Por otro, la per- cepción social de que el esfuerzo y la ambición importan más que las circunstancias para “as- cender” socialmente se encuentra ampliamen- te extendida (Castillo et al., 2021; Mijs, 2018). A pesar de contar con un aparente apoyo po- pular, la concepción actual de la meritocracia causa cada vez más división social. Es cierto que, en términos abstractos, la ciudadanía generalmente respalda el reparto de recom- pensas según el talento y el esfuerzo. Muchos, sin embargo, se encuentran desencantados con la incapacidad de las políticas públicas para promover la igualdad de oportunidades, lo que deslegitimaría a la meritocracia desde un punto de vista moral. Esta tensión (la ausencia de una “verdadera meritocracia”, pero la creen- cia en la misma) sería además peligrosa desde un punto de vista ideológico. Si las desigual- dades materiales se atribuyen exclusivamente al mérito, un aumento de las brechas econó- micas generará menor preocupación, ya que se entenderá como una señal de que los más desaventajados deben simplemente esforzar- se más o aceptar sin rechistar su situación personal (Arrow et al., 2000). La falta de un consenso general sobre las vir- tudes y carencias de la meritocracia impide el impulso de acuerdos políticos en, por ejemplo, el ámbito educativo. Este hecho nos motiva

1. Por ejemplo, Cappelen et al. (2010) estudian las preferencias distributivas del alumnado universitario. Para ello, los autores consideran cuatro visiones distributivas: i) el “igualitarianismo” (i.e., reparto puramente equitativo de la tarta), ii) la “meritocracia” (i.e., reparto según el esfuerzo y el talento), iii) la “visión de control-responsabilidad” (i.e., reparto según el esfuerzo) y (iv) la visión “libertaria” (i.e., reparto de la tarta según tanto la suerte como el esfuerzo y el talento). Los resultados del experimento indican que la visión meritocrática es la más popular entre los estudiantes.

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