l ESPECIAL ANUARIO EL ECONÓMICO 152
TURISMO
Turismo regenerativo
ambientales y una experiencia más personalizada y de mayor valor para el visitante. Estas herramientas no solo optimi- zan procesos, sino que también per- miten tomar decisiones basadas en datos, anticiparse a comportamientos de la demanda y diseñar modelos de gobernanza más inteligentes. Solo así podremos construir destinos resilien- tes, competitivos y adaptados a los desafíos del presente y del futuro. En este punto, es inevitable referir- se al uso de tasas turísticas. Aunque la fiscalidad puede ser una herra- mienta válida para la gestión de los destinos, no puede convertirse en la única respuesta. Su diseño debe dis- tinguir entre ingresos productivos — que fortalecen la competitividad, generan empleo y refuerzan el tejido económico local— e ingresos impro- ductivos —que simplemente encare- cen la experiencia sin aportar valor
lar. Esto implica promover modelos de inversión que generen valor local para asegurar una distribución más equitativa de los beneficios y contri- buir al desarrollo económico sosteni- ble de los destinos. Nada de esto será posible sin potenciar la competitividad de la propia industria turística, entendida como el conjunto de cadenas de valor que se articulan en el destino. Es imprescindible apostar por la innovación y la incorporación de tec- nología como herramientas clave para mejorar procesos, personalizar la oferta, aumentar la productividad y elevar la calidad del servicio. 2. Un turismo que refuerce el empleo y fidelice el talento El turismo regenerativo debe gene- rar no solo riqueza, sino también empleo estable y de calidad. Este es, posiblemente, el reto más relevante al que nos enfrentamos, ya que conecta directamente con otras cues- tiones estructurales. En primer lugar, es urgente revalo- rizar el empleo turístico y posicio- narlo como una opción atractiva para las nuevas generaciones. Esta tarea debe abordarse con una visión eco- sistémica y estratégica, impulsada tanto desde el ámbito público como desde el privado, mediante un fra- mework multivectorial. Es decir, todos debemos asumir este compro- miso: administraciones, empresas, agentes sociales, comunidades edu- cativas y profesionales. Y, desde ahí, construir una hoja de ruta que conecte de forma coherente los dis- tintos ecosistemas —educativo, empleador, de negociación colectiva, entre otros— para garantizar una verdadera integración del talento. 3. Un turismo que lidere las transi- ciones verde y digital La regeneración de los destinos no puede depender únicamente de res- tricciones normativas que, en muchos casos, nacen con una obso- lescencia programada que limita su eficacia real. A menudo, estas medi- das se convierten en herramientas de recaudación sin retorno productivo, generando debate político, pero sin aportar soluciones efectivas a los retos estructurales del sector. La verdadera transformación exige una visión integrada de las transicio- nes verde y digital, donde la sosteni- bilidad ambiental vaya de la mano de la innovación tecnológica. La digita- lización, junto con tecnologías como la inteligencia artificial, debe situarse en el centro de la estrategia de rege- neración, permitiendo una gestión más eficiente de los recursos, una mejor planificación de los flujos turísticos, la reducción de impactos
y actualización de los espacios públi- cos, en distribución territorial y tem- poral de los flujos turísticos. Eso es gestión. La clave, por tanto, no reside úni- camente en la magnitud de la recau- dación —que en territorios como Balears alcanza cifras históricas—, sino en la eficacia con la que estos recursos se gestionan y se reinvierten en el territorio. Para ello, resulta imprescindible apoyarse en datos fia- bles y en la inteligencia colectiva, garantizando que cada decisión financiera contribuya al desarrollo sostenible y al bienestar real de la comunidad. La cuestión es: ¿estamos orientan- do las políticas públicas bajo esta lógica de retorno productivo y valor compartido? España tiene una oportunidad real de posicionarse como referente inter- nacional en turismo regenerativo. Pero esta transformación no puede quedarse en un ejercicio teórico. Requiere voluntad política, liderazgo empresarial y compromiso colectivo. Los destinos turísticos no pueden seguir atrapados en un falso dilema entre crecimiento y decrecimiento. La verdadera disyuntiva es entre una gestión inteligente y una gestión obsoleta. Desde CEOE abogamos por lo siguiente: • Que las administraciones dise- ñen políticas públicas orientadas a incentivar la inversión en regenera- ción y mejora del destino, priorizan- do medidas que generen valor añadi- do sobre aquellas basadas exclusiva- mente en restricciones o enfoques recaudatorios. • Que se desarrolle y ejecute una Estrategia Nacional del Turismo, liderada desde la Comisión Intermi- nisterial de Turismo y con participa- ción de todas las administraciones — estatales, autonómicas y locales—. • Que se apueste por una gober- nanza inteligente, libre de ideologías, egos y logos, centrada exclusivamen- te en maximizar la productividad social y económica. • Que se incorpore todo el ecosis- tema, incluidas las comunidades locales, en los procesos, garantizando una visión de largo plazo donde lo urgente no eclipse lo importante: el impacto positivo del turismo como factor clave de competitividad. El dictamen del CESE, promovido por CEOE, ha marcado el camino. Ahora, el reto es transformar esa visión en acciones concretas que consoliden un turismo regenerativo, competitivo y sostenible. España y Balears tienen la capaci- dad de liderar esta transformación. El momento de actuar es ahora. ●
INMACULADA BENITO DTORA . DTO . TURISMO , CULTURA Y DEPORTE CEOE
El turismo sigue siendo uno de los pilares fundamentales de la econo- mía española y, en particular, de territorios como Balears. En 2024, el sector continúa demostrando su dinamismo y capacidad de recupera- ción, consolidando su posición como motor clave de empleo e inversión. Sin embargo, más allá de los datos de llegada de visitantes o el gasto turís- tico —en los que no vamos a inci- dir— el contexto actual exige una reflexión estratégica sobre el modelo vigente y su evolución futura. El reto ya no consiste únicamente en garantizar la sostenibilidad del turismo, sino en avanzar hacia un modelo regenerativo, en el que la actividad turística no solo minimice sus impactos, sino que genere benefi- cios netos para el territorio, la econo- mía y la sociedad. Esta visión ha sido respaldada recientemente por el Comité Econó- mico y Social Europeo (CESE), que ha aprobado el dictamen “El turismo en la UE: la sostenibilidad como motor de la competitividad a largo plazo”, una iniciativa impulsada por CEOE y cuyo ponente ha sido el Dr. Antoni Riera. Este documento reco- noce el turismo regenerativo como un factor estratégico para garantizar la competitividad del sector a largo plazo, abriendo un debate crucial sobre cómo transformar el turismo en un verdadero motor de bienestar, cohesión territorial e innovación. Pero si queremos que el turismo regenerativo deje de ser una tenden- cia de nicho y se consolide como una apuesta estructural, es necesario defi- nir una hoja de ruta clara, viable y ambiciosa. Para ello, se requiere un enfoque transversal que implique a todos los sectores económicos y agentes involucrados. Esta transición debe apoyarse en tres grandes ejes: 1. Un turismo que impulse el desa- rrollo económico del territorio El turismo no puede seguir consi- derándose un sector aislado, sino que debe integrarse como dinamizador del conjunto de la economía. Para lograrlo, es esencial articularlo den- tro de la cadena de valor del territo- rio, generando sinergias con sectores estratégicos como la industria agroa- limentaria, la tecnología, la movili- dad sostenible o la economía circu-
España y Balears tienen la capacidad de liderar esta transformación. El momento de actuar es ahora
ni mejorar el bienestar de la comuni- dad. Además, cualquier estrategia debe tener en cuenta la elasticidad de la demanda. No todos los perfiles turís- ticos reaccionan del mismo modo ante un incremento de costes. Una mala planificación fiscal puede poner en riesgo la competitividad del desti- no sin resolver los problemas estruc- turales que enfrenta. En el debate actual cabe pregun- tarse si las políticas turísticas se están diseñando con visión de competitivi- dad a largo plazo. ¿Se están incenti- vando, tanto desde lo público como desde lo privado, aquellas prácticas que realmente generan impacto posi- tivo? ¿Se conocen desde la adminis- tración esas iniciativas? ¿Hemos eva- luado si optimizando el gasto público se podría obtener un mayor impacto positivo en el destino, generando además excedentes de valor? ¿O sim- plemente se persigue recaudar más para gastar más? Más allá de estas preguntas —que merecen espacio propio— es impor- tante insistir en que las políticas públicas en positivo son aquellas que invierten en talento, en eficiencia energética, en gestión del agua, en movilidad sostenible, en intermodali- dad, en economía circular, en mejora
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