Al Dia Cuarta Edición de 2019

¿Con quién está corriendo en el maratón PartnerUp?

En octubre del 2011, me encontraba en la ciudad de Layton, Utah, EUA, en la expo previa al maratón en el que iba a correr el siguiente día. Esa sería la primera vez que correría 42 kilómetros. Durante la expo, me enteré de que también participarían varios maratonistas con gran experiencia. Al fijarme en algunas de sus técnicas y preparativos, era evidente que su preparación había comenzado mucho antes del día anterior a la carrera. Uno de esos maratonistas me preguntó qué tiempo quería lograr, a lo que le respondí: “Cuatro horas”. Enseguida me preguntó si correría con un pacer o marcapasos. Le confesé que no sabía a lo que se refería, así que me explicó que el marcapasos era

con un tiempo de cuatro horas y veinte minutos. Me acerqué al área donde los corredores descansaban, entre ellos el marcapasos que portaba el banderín de cuatro horas y un grupo de maratonistas que celebraban a su alrededor el haber cumplido su meta. En ese momento me hice la promesa de que el próximo maratón lo correría junto a un marcapasos. Poco tiempo después, volví a entrenar con la convicción de que, si quería tener mejores resultados, tendría que esforzarme más. Había aprendido que la preparación comenzaba mucho antes del día de la carrera, y al cabo de un año estaba listo para correr otra vez.

VÍCTOR MEJÍA DIRECTOR DE DESARROLLO DE LIDERAZGO

un corredor al que se había asignado un tiempo específico para completar la competencia y, en el trayecto, ayudar a quienes elegían seguirlo a cumplir con la meta que se habían propuesto. El marcapasos anima a los que corren a su lado a continuar cuando llegan los momentos más difíciles, dándoles un empujoncito para que logren su máximo nivel de rendimiento. Después de sacarme de la duda, el maratonista con el que conversaba reiteró que, si quería cumplir con mi meta de cuatro horas, sería mejor correr junto a un marcapasos. A la mañana siguiente, al llegar al lugar donde comenzaría la competencia, recuerdo que lo primero que vi fue al grupo de marcapasos. Todos portaban un banderín con diferentes tiempos, desde tres horas, tres horas y media, cuatro horas y hasta seis horas. Mientras me acercaba al que portaba el banderín de cuatro horas, me detuvo la idea de que podía lograr mi meta sin la ayuda de alguien más. Al fin y al cabo, creí que me había preparado mucho y, aunque no había sido del todo constante durante los entrenamientos, estaba seguro de que lo haría bien por mi cuenta.

En esta ocasión lo primero que hice fue buscar al marcapasos que portaba el banderín con la meta que yo tenía. Cuando lo encontré, ya había un pequeño grupo de corredores que escuchaban atentamente sus instrucciones. Él se llamaba John. Mencionó que cada uno de nosotros desempeñaría un papel muy importante durante la competencia, y que si corríamos juntos tendríamos mayores posibilidades de alcanzar nuestra meta. Nos pidió a cada uno que buscáramos un compañero y nos comprometiéramos con esa persona a hacer todo lo posible para ayudarla a concluir la carrera y no dejar que se quedara atrás. John nos recordaba a menudo que nos mantuviéramos hidratados para evitar calambres. También nos decía que no nos detuviéramos por completo al momento de pasar por las estaciones de agua y suplementos, porque sería difícil reiniciar la carrera.

Durante la competencia me aseguré de seguir a John. Cuando me daba cuenta de que él se estaba alejando de mi vista, hacía un esfuerzo extra para alcanzarlo y correr junto a él. En ocasiones acudían a mi mente pensamientos desalentadores, pero entonces escuchaba la voz de John: “Nos estamos acercando a la meta, y al paso que vamos podremos superarla”. Sus palabras me dieron el impulso que necesitaba para completar la carrera. Crucé la meta y vi que el reloj marcaba 3:38:54. ¡No lo podía creer! No solo había corrido un maratón, sino que también había sobrepasado ampliamente la meta que tenía. Jamás olvidaré la experiencia que viví ese día. John, además de marcar el paso durante la carrera, me ayudó a dar lo mejor de mí en cada momento.

No tardé en darme cuenta de que esa no fue la mejor decisión. Durante los primeros kilómetros contemplé la posibilidad de abandonar la carrera, después de comprobar que al ritmo que iba no alcanzaría mi meta. Con lo preocupado que estaba por mi tiempo, olvidé mantenerme hidratado, lo cual me ocasionó calambres en las piernas. Además, en repetidas ocasiones, el cansancio físico me llevó a caminar, siendo cada vez más difícil empezar a correr de nuevo. Al final crucé la meta

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