Revista Vivienda Infonavit Año 5, Num 1 (Junio 2021)

Con la finalidad de estimular propuestas alternativas de política pública que reconozcan, por un lado, las formas en que se produce y reproduce la vivienda popular y, por el otro, el aporte que la institución familiar tiene en ello, ofrezco analizar de manera separada los componentes suelo, primera vivienda o vivienda principal, y viviendas adicionales o segundas viviendas. Espero con ello pro- porcionar una mayor comprensión sobre la producción y reproducción de la vivienda popular, que conduzca a reconsiderar la definición de los derechos de propiedad que derivan de la práctica social en la formulación jurí- dica y normativa que hace posible el paso a programas de acceso a la vivienda. Este documento está organizado en tres apartados. En el primero proporciono una reflexión sobre cómo el suelo es dotado de valor, independiente de su precio en el mercado. En el segundo formulo cómo ese valor es transmitido generacionalmente de padres a hijos, 1 y en el tercero pongo sobre lamesa de la discusión los conceptos de posesión y propiedad como formas viables a incorporar en el reconocimiento del derecho a la vivienda. El suelo como valor De acuerdo con la teoría del valor-trabajo, el valor de un objeto radica en el acto del trabajo (Mill, 1943; Smith, 1994; Marx, 2013). Así, el suelo adquiere valor cuando a través de la inversión en trabajo y capital se transforma

en suelourbanizado. Ese valor remite tanto a suutilidad (valor de uso), como a su precio en el mercado (valor de cambio), pero estas dos acepciones no implican que, en la realidad, el suelo sin urbanizar no tenga un precio en elmercado. Significa, sin embargo, que cuando una per- sona adquiere un suelo no urbanizado, debe adicionarle capital y trabajo, para dotarlo de valor e incorporarlo en el espacio urbano. En el caso de los hogares populares—quienesmayori- tariamente adquieren suelo no urbanizado para construir su vivienda—, el suelo es dotado de valor en diferentes momentosmediante las variadas acciones que ejecutan y los recursos de los que disponen los hogares en cada uno de ellos. Como puede observarse en la Figura 1, en el momento en que se produce el hábitat y una primera vivienda (M1), los desencadenadores del proceso, que son también las y los usuarios finales de las viviendas, realizan tareas que no serán ejecutadas de nuevo en el momento de su reproducción (M2). En la primera etapa, los adquirientes del suelo pagan por este y también pro- ducen urbanización; empiezan a construir su primera vivienda sin disponer de servicios básicos o equipamien- tos mínimos, y gestionan su implementación durante el proceso de habilitación del suelo y de la vivienda, así como de la gestión de servicios básicos para, con ello, consolidar sus colonias e ir creando condiciones gene- rales de habitabilidad.

El problema de la vivienda es analizado prioritariamente en el contexto de las contra- dicciones enelmodode produccióncapitalista,mismas quehanconducido en los países del sur global a dosmodelos de producción: el formal y el informal. El predominio del razonamiento estructural ha conducido a un análisis dicotómico de la vivienda, en el que se han identificado los agentes que participan en estas dos formas de producción (el Estado, el sector privado capitalista y los pobladores); se ha cuestionado la forma en que el Estado, como un agente activo en la reproducción de ambosmodelos, converge con el sector inmobiliario capitalista a través de políticas de vivienda y, concurriendo con la población que no tiene acceso a una vivienda terminada, mediante políticas de regularización de tenencia de la tierra y subsidios al mejoramiento de la vivienda. El tratamiento inequitativo y desigual al problema de la vivienda se ve agravado por la ausencia de una política de suelo dirigida a aminorar las precarias condiciones en que los sectores populares se ven conminados a producir su hábitat. Igualmente, el hecho de que los componentes suelo y construcciones de habitación estén imbricados en la conceptualización de las políticas públicas conduce erróneamente a que sea obser- vada como un producto compacto y no sea analizada en función de sus componentes. La perspectiva estructural ha puesto poca atención al aporte diferencial que el suelo y las construcciones de habitación ofrecen al desarrollo de la vivienda, y más importante, la función que cada uno de esos componentes cumple en la reproducción familiar, que constituye el objeto de su existencia. Si bien en diferentes estudios se ha registrado que lamano de obra familiar es un elemento organizativo del proceso de pro- ducción de la vivienda popular, se desconoce la trascendencia que los vínculos filiales, más allá del lugar de residencia, tienen en su producción, reproducción y transferencia. El hecho de que la vivienda popular sea adquirida por sus habitantes a través de un proceso paulatino de habilitación del predio y autoconstrucción de edificaciones a ser habitadas, y no obtenida como un producto terminado, obliga a valorar por separado el aporte del suelo y de las unidades de habitación en su producción y reproducción. Entiendo estos como dos estadios diferenciados. La etapa de producción de la vivienda popular involucra el acceso a un suelo no urbanizado, el trabajo vivo realizado tanto en la habilitación del predio como en la autoconstrucción de la vivienda individual, y el tiempo dedicado a la autogestión de los servicios básicos. Diferentemente, identi- fico la reproducción de la vivienda como una etapa posterior, en la que se construyen viviendas adicionales o segundas viviendas en unmismo predio. La producción de segundas viviendas en unmismo predio de colonia popular no es un fenómeno aislado. El Censo de 2020 registra que 18.7 % de las viviendas a nivel nacional comparte el mismo predio. Un estudio que hemos realizado recientemente en El Colegio de México indica que uno de cada cuatro predios en colonias popu- lares de la zona metropolitana de la Ciudad de México tiene más de una vivienda, y que 90 % de las viviendas adicionales está ocupado por parientes del propietario del predio que no pagan renta (Salazar, 2014). Los hallazgos mencionados obligan a reflexionar sobre aspectos relacionados tanto con la creación de valor de la vivienda popular como con la transmisión de esa riqueza producida de una generación a otra. De la misma forma, la distinción entre el suelo y las edificaciones para habitar, así como el acoplamiento de estos dos com- ponentes en diferentes momentos, nos llevan a indagar hasta qué punto se les da un uso relativamente autónomo en la práctica social.

Figura 1. Producción y reproducción de la vivienda popular

Producto donado a descendientes

Miembros del hogar involucrados

Momentos

Acciones

Mecanismo

Compraventa directa mediante pagos en plazos y sin intereses Dinero obtenido del trabajo Trabajo vivo Trabajo solidario y recíproco Establecimiento y fortalecimiento de redes de relaciones para la obtención de servicios básicos y saneamiento ambiental

Adquisición de suelo rural o no urbanizado

Jefe del hogar o ambos cónyuges

Miembros adultos del hogar Vecino/as

Habilitación del predio

(M1) Producción del hábitat

No hay

Autogestión del asentamiento

Organización vecinal Autoridades locales

Habilitación de redes de infraestructura básica y vialidades Construcción de la casa principal (incluye diferentes momentos)

Producción de una primera vivienda

Miembros adultos del hogar Obreros ocasionales para tareas especializadas De progenitores a descendientes en transición a la vida adulta Descendiente que ocupará la vivienda Miembros adultos del hogar Obreros ocasionales para tareas especializadas

Trabajo vivo

No hay

Donación de una porción del predio (Transferencia del valor de uso) Inversion económica Trabajo vivo Trabajo solidario y recíproco Trabajo por contrato

Trabajo acumulado

(M2) Reproducción de la vivienda

Construcción de segundas viviendas

Hábitat producido

Porción de predio y sus mejoras

Fuente: Elaboración propia.

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