La transferencia de metodologías activas a entornos digitales y semipresenciales ha vivido tres etapas clave, con características distintas, desde marzo de 2020:
1. Fase reflejo. Con el confinamiento y con el cierre tan abrupto de las escuelas, los docentes se vieron obligados a improvisar la enseñanza en línea. En este primer momento, la supervivencia obligó a reproducir la enseñanza en el medio digital como si aún continuase siendo presencial. Los centros educativos mantuvieron sus rutinas, sentaron a los estudiantes frente al ordenador y vivieron exactamente el mismo horario y las mismas asignaturas que habrían cursado de seguir acudiendo al centro. Se mantuvieron las agrupaciones, y las sesiones de clase se caracterizaron por juntar a todos los escolares en la misma sala digital, como si del aula se tratara. Allí el docente apostaba por animarlos, compartir su día a día, preguntar por su estado anímico y sus preocupaciones, presentar contenidos y hacer un seguimiento de las tareas propuestas. El modelo de replicación llegó a tal punto que se respetaron incluso los horarios de recreo como tiempos de desconexión en casa. Con esta propuesta, el seguimiento entre alumnos y docentes se hizo muy complicado y, aunque fueron muchas las escuelas que intuyeron tras las primeras semanas que este ritmo no podía sostenerse, solo algunas transformaron su metodología y avanzaron tomaron la decisión de transformar su metodología y avanzar hacia una fase más activa para mejorar el aprendizaje. 2. Fase de activación en digital. Con la confirmación de que el curso 2019- 2020 no volvería a la presencialidad y con la publicación de los criterios y procedimientos de evaluación aprobados por el Ministerio de Educación, los docentes con mayores posibilidades y competencia digital se embarcaron en el desafío de sacar el máximo partido a la enseñanza y empezaron a buscar recursos electrónicos que se pudieran realizar en colaboración con las familias. Si bien muchos de estos cambios se dieron siguiendo el mismo horario escolar que antes de la pandemia, con cada profesor en su hora, este avance metodológico supuso una mejora significativa. Los docentes empezaron a conjugar los libros de texto con recursos, materiales y vídeos en línea, alternando variedad de soportes y ofreciendo a los estudiantes distintas actividades con las que demostrar sus conocimientos. En algunos casos, se llegó a crear proyectos interdisciplinares digitales, mezclando salas y cursos, conjugando el aprendizaje basado en proyectos con listas de reproducción de recursos educativos y paisajes de aprendizaje, e incluso tareas gamificadas. Mientras que muchos centros cerraron el curso escolar 2020-2021 en la fase reflejo, algunos docentes y menos escuelas se activaron en digital y ganaron aprendizajes para la nueva normalidad, que se abría paso hacia la semipresencialidad de la tercera fase.
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