Todas las personas tenemos distintas necesidades educativas, ya sean físicas, cognitivas, emocionales, sociales… Para una gran parte de los estudiantes estas necesidades se mueven en el espectro de lo corriente; sin embargo, algunos estudiantes se encuentran en los límites, tanto por exceso como por defecto, lo que hace que su seguimiento, la adaptación personalizada y el acompañamiento pedagógico sean imprescindibles. Trabajar con alumnos con necesidades educativas especiales o de apoyo específico no siempre es fácil. Se necesita formación y práctica para afrontar el reto y tener la confianza de que se está atendiendo de la mejor manera posible a todo el alumnado. Tener este tipo de alumnos en el aula abre la mirada y hace que la educación se centre en las personas de manera individual, respetándolas y creyendo en sus posibilidades, y también aumenta la sensibilidad, la tolerancia y la empatía de la comunidad educativa, que repercute, a su vez, en la sociedad. Los estudiantes con estas necesidades especiales han sido los que más han sentido el cierre de los centros escolares. La imposibilidad de continuar con determinados tratamientos y adaptaciones ha repercutido en que el impacto en ellos fuese mayor y en que la recuperación del rendimiento académico y las competencias básicas haya sido uno de los principales desafíos del profesorado. Para hacer frente a estas necesidades especiales, los docentes intensificaron la comunicación con las familias y las ayudaron a profesionalizar su conocimiento con reuniones y talleres específicos sobre cómo aprenden sus hijos, crearon bancos de recursos e intensificaron el uso de herramientas digitales y aplicaciones adaptadas para que este colectivo también pudiese trabajar de forma más autónoma. Se puso mucho esfuerzo en la vinculación emocional con el centro y con los compañeros para afianzar el sentimiento de pertenencia y la continuidad del aprendizaje.
LAS VOCES DE LA COMUNIDAD EDUCATIVA
Manuel Jesús Fernández Profesor de ESO, Jaén
«Es importante aprender de la posibilidad ofrecida por la tecnología para una atención más personalizada, y también de habernos dado cuenta, de manera muy clara e impactante, tanto de las dificultades que tienen muchos alumnos como de la necesidad de la educación emocional».
José Blas García Psicopedagogo y maestro, Murcia
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