El profesorado de La escuela, lo primero vivió el cierre de las escuelas en marzo de 2020 como el primero de los hitos de mayor incertidumbre hasta la fecha. El siguiente fue la comprobación de que las escuelas permanecerían cerradas hasta el nuevo curso, lo que, en palabras de los docentes, desembocó en una nueva situación de cambio de prioridades y dinámicas cuya repercusión sobre el sistema todavía desconocemos. El inicio del curso escolar 2020-2021 se caracterizó por las medidas sanitarias, de higiene y de seguridad, por el refuerzo de las tareas académicas en las competencias instrumentales y por el acompañamiento socioemocional de los estudiantes. Los profesores les dedicaron sesiones en línea o tutorías para que les narraran sus vivencias sobre los meses pasados en casa y para que marcaran los objetivos necesarios para lograr obtener lo mejor de un año que se preveía muy complicado. En todo este proceso, los docentes se volcaron en actividades de bienvenida y acogida, y no faltaron sesiones y talleres acerca del impacto de la pandemia y el proceso del duelo en la infancia propuestos por las AMPA y otras organizaciones. Sin embargo, echando la vista atrás, el profesorado se ha percatado de que las iniciativas más necesarias y que menos se implementaron fueron las relacionadas con su propio bienestar emocional y profesional. Desde marzo de 2020 hasta el 2022, los niveles de estrés de jóvenes y adolescentes, así como de los docentes, no han dejado de subir o, al menos, de estabilizarse en cifras nunca antes alcanzadas. La necesidad de cuidar y acompañar a ambas poblaciones en su salud y su bienestar psicosocial es fundamental para la mejora del conjunto del sistema educativo, y esta es una de las dimensiones que menos se han trabajado en los últimos meses. Por tanto, la acogida y el cuidado socioemocional es una línea de trabajo con muchas posibilidades por explorar y que necesita de medidas urgentes, desde la Administración hasta los centros educativos.
LAS VOCES DE LA COMUNIDAD EDUCATIVA
Sara Anés Maestra, Zaragoza
«Los mayores desafíos en los últimos meses han sido la incertidumbre sobre si las clases serían presenciales o no, la gestión del miedo docente ante los contagios, la interpretación y cumplimiento de los planes de contingencia y la acogida emocional del alumnado».
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