por la complicidad, la conexión y la comunicación positiva entre los integrantes del centro; por las risas, los gestos de cariño, las conversaciones, el movimiento, los mensajes en los pasillos; por la existencia de vínculos y momentos de encuentro formales e informales, por la gestión eficaz de los conflictos, por los espacios de reflexión o relajación, por la sensación de apertura, por la escucha y la ayuda, por las opciones para mejorar el rendimiento académico, desarrollar proyectos y explorar nuevos retos o enfoques.
Conocemos algunas experiencias educativas que nos ayudan a trabajar este cuidado emocional:
Programa Aulas Felices.
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Sistema de ayuda entre iguales.
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Círculos de aprendizaje.
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• Metodologías activas (aprendizaje basado en proyectos o ABP, aprendizaje-servicio o ApS, aprendizaje cooperativo).
Mindfulness .
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Prácticas restaurativas.
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Dinámicas de grupo.
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Mediadores de centro.
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Claustros emocionales.
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Descansos activos.
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Trabajo transversal.
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Cuaderno de bitácora.
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Tras sobre los indicadores de una comunidad educativa con un alto bienestar emocional, así como de algunas acciones con las que se puede trabajar este último, los participantes han ideado las siguientes medidas clave para cuidar afectivamente a la comunidad educativa:
• Existencia de momentos formales e informales y metodologías o herramientas como círculos restaurativos para que el profesorado comparta sus emociones.
• Tutorías semanales obligatorias, con un diseño vinculado a un programa emocional.
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