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¡Todas las Madres tenemos superpoderes !

“Mis hijos son mi alegría. Dios me ha premiado con tres hermosos caballeros”

Al pensar en esto puedo decir que ellos son mi mayor herencia, Dios me ha premiado con tres hermosos caballeros (Luis Carlos, Jeremy y Ángel Luis) que han sido en mi vida el motor y el combustible para entender que las cosas pueden ser diferentes a las que tenemos en nuestras mentes, cada uno de ellos con su fuerte y diversa personalidad a traído a mi vida y la de mi familia grandes enseñanzas. Con ellos aprendemos cada día, porque somos testigos de sus ocurrencias, siempre digo que ellos han llegado para ser mi gran fortaleza y mi gran debilidad, porque con ellos experimento mis mayores alegrías y mis mayores tristezas. Mis mayores alegrías, porque desde que cada uno fue puesto en mi vientre han despertado en mí una gran felicidad en mi SER; mis mayores tristezas, porque sufro con cada caída que ellos experimentan. Desde el primer latido del corazoncito de este copito de nieve, quien fundó mi vientre como DADORA DE VIDA, esa primera experiencia esta fresca en mi memoria, los primeros malestares, mareos, ver cambiar mi cuerpo, ya no solo pensar en mi misma, sino entregarme a tiempo completo desinteresadamente. Waooo, pensar en este segundo regalo, revive en mi memoria muchas cosas un poco dolorosas, porque en el segundo embarazo tuve un aborto espontáneo, se fue de mi vida sin explicaciones, y verme en este reposo sin tener en mis brazos mi bebé me puso a reflexionar muchas cosas, que los vínculos de una madre son tan fuertes que aún no conociendo su carita, en mi corazón lo amé igual. Jeremy Ver a este muchachito, luego de la pérdida de mi madre, fue lo que me -22- Luis Carlos

hizo levantarme y amar con locura, grandes sentimientos maternales afloraron en mí, la ternura de este niño llenó mi casa.

Ángel Luis

Mi pequeño sorprendió nuestras vidas, casi a los cuatro meses de estar en mi vientre, lo menos que se esperaba era que estuviera hay, porque solo sé que luego de un fuerte tratamiento para desbaratar unos quistes en mis ovarios, descubrieron su existencia. Los médicos respondieron que había que abortarlo porque estaba posiblemente con malformaciones, a lo cual respondí: “Dios nos conoce desde antes de formarnos en el vientre de nuestra madre”. Como era de esperar las siguientes semanas, la placenta se desprendió en un 45% y estuvimos entre la vida y la muerte. Fueron muchas las propuestas médicas y todas eran desesperanzadoras, pero el plan del Creador era que solo Él tiene la potestad sobre la vida y la muerte. Los meses y la larga espera me hicieron cada vez más fuerte, me llenaron de Fe, me dotaron de gran paciencia, me enseñaron a valorar la vida sin desmedidas y entender que las madres auténticas son capaces de muchas cosas por AMOR.

Como Mujer, Madre y Esposa puedo decir que los límites no existen, que las barreras se rompen y que la espera tiene recompensas.

“He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre”. Salmos 127:3

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