realizar análisis detallados de las fuentes del crecimiento ampliadas con los activos intangibles para los que s puede disponer de una información inexistente hasta la fecha.
Conclusiones Los activos intangibles tienen una importancia creciente en las economías avanzadas. Han ido ganando peso con el transcurso del tiempo como resul- tado de ser, en sí mismos, impulsores del progreso técnico como los acti- vos ligados a la innovación: I+D, software y bases de datos, o la exploración minera y los originales culturales, artísticos y recreativos que integran la Propiedad Intelectual (PPI). También han ganado relevancia por generar va- lor añadido al contribuir a la diferenciación del producto distanciándose de las meras commodities . Este es el caso de la inversión en publicidad, dise- ño e imagen de marca. O por mejorar el funcionamiento de las empresas permitiendo también mejoras en eficiencia. La inversión en la formación de los trabajadores en el puesto de trabajo y la introducción de mejoras en la organización de las empresas son los dos tipos de inversión que cumplen este objetivo. Estas últimas son inversiones necesarias que han ganado pro- tagonismo especialmente tras la irrupción de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación a finales del siglo pasado. La revolución de las TIC ha supuesto, entre otras cosas, cambios importan- tes en la forma de organizar la producción y la reasignación de recursos dentro de las empresas. Inversiones en activos intangibles, tangibles y, en especial en TIC, son en gran medida inversiones complementarias. Por esta razón es cada vez más evidente que la inversión en activos intangibles es una condición necesaria no solo para desplazar la frontera de posibilida- des de producción —como ya hace la inversión en I+D y otros intangibles ligados a la PPI— sino también para acompañar al resto de inversiones tan- gibles si se desea maximizar el potencial de crecimiento de las economías. Dentro de estos activos intangibles hay una parte que el PIB recoge en su definición, y otra que no está incluida y que se ha denominado inversión en activos más allá del PIB (AIMAPIB). Esta última incluye cinco activos: diseño y nuevos productos; publicidad; estudios de mercado; capital humano espe- cífico de la empresa y, por último, estructura organizativa. A la inversión que sí está ya reconocida como tal en los sistemas de cuentas nacionales se la ha denominado AIPIB y está formada por tres activos: software y bases de datos; I+D; y otros activos intangibles ligados a la PPI. Cuantitativamente es mayor la inversión en intangibles que queda fuera de la medición del PIB que la que incluye. En la mayoría de países avanzados, incluido España, esta inversión crece en proporción al total de la inversión. En 2014 representaba el 19,1% de la inversión y el 3,5% del PIB ampliados (37.412 millones de euros). Su importancia cuantitativa es por tanto eleva- da y creciente desde al menos 1995. La parte ya incluida en el PIB, AIPIB, aunque tiene un peso menor que la inversión más allá del PIB (AIMAPIB) ha crecido relativamente más, llegando a alcanzar el 16% de la inversión y el 2,9% del PIB ampliados en 2014. Cuando se compara a España con los países de su entorno se detectan de- bilidades en su esfuerzo inversor en activos que complementan a los tan- gibles tradicionales y que contribuyen a extraer de todos ellos el máximo rendimiento posible. España no figura entre los países que más inversión realizan en activos intangibles dentro y fuera de la definición del PIB y tien-
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