DE START-UP A GACELA ¿Cómo es la evolución de las start-ups hacia el crecimiento?
uno de los estados norteamericanos en tres tipos: (a) gacelas: aquellas capaces de duplicar su tama- ño (a partir de 10 empleados) en un periodo de cuatro años; (b) ratones: empresas con menos de 100 trabajadores que ni desean ni pueden crecer y se mantienen pequeñas y medianas de por vida; y (c) elefantes: corporaciones muy grandes, muchas de ellas cotizadas, poco flexibles, complejas y gene- ralmente conservadoras. Lo interesante del trabajo de Birch fue demostrar que la gran mayoría de los nuevos empleos son creados por las primeras. La investigación de Birch sobre las empresas gacela ha sido replicado repetidamente en numerosos países, llegando a conclusiones similares (Henreksson y Johansson, 2010; Wiklund, Patzelt y Shepherd, 2009). De hecho, suele existir bastante coincidencia en calibrar las empresas gacela como un 6 por ciento aproximado de las empresas con empleados (Nesta, 2009). La propia OCDE ha mostrado su inte- rés por este tipo de empresas, como motores del empleo en las economías desarrolladas (OCDE, 2005; Daunfield et al ., 2015). En España sí es posible identificar una cohorte significativa de empresas gacela, como se puso de ma- nifiesto en el estudio sobre innovación y empresas gacela de la Fundación COTEC (2017). Aun así, estas empresas no dejan de ser un porcentaje escaso de la población empresarial, aunque es generadora de una amplia proporción de nuevos puestos de trabajo. Nos preguntamos entonces, ¿qué relación exis- te entre las empresas unicornios, las gacelas, las start-ups y los emprendedores? Esta pregunta es crecientemente pertinente, especialmente a la hora de enfocar políticas públicas, donde a veces, se confunden conceptos que, aunque relacionados, presentan grandes diferencias, como emprendedor, start-up , gacela, unicornio, etc. En este sentido merece la pena recordar, por su claridad, las palabras de Scott Shane, uno de los inves- tigadores más reputados mundialmente en el campo del emprendimiento. “Los responsables de las políticas a menudo piensan que crear más empresas nue- vas transformarán las regiones económicamente deprimidas, generar innovación y crear trabajos. Esta creencia es defectuosa porque la mayoría de nuevas empresas no son innovadoras, crean pocos empleos y generan poca riqueza. Obtener creci- miento económico y creación de empleo no es una cuestión de números. Se trata de la formación de empresas de alta calidad y alto crecimiento. Los legisladores debe- rían dejar de subsidiar la formación del típico negocio y enfocarse en el subconjunto de empresas con potencial de crecimiento”. (Shane, 2009, p. 141). El crecimiento empresarial es especialmente importante en el contexto español y especialmente en el andaluz, donde el tejido empresarial está altamente fragmentado, con un tamaño medio de las em- presas muy reducido. Según el Directorio Central de Empresas, a comienzos del 2018, más de la mitad de las empresas españolas eran unipersonales (55,3%), el 95,4% eran microempresas (menos de 10 empleados) y sólo un 0,7% contaba con al menos 50 trabajadores. Numerosos estudios ponen de manifiesto que para afrontar los retos de la nueva economía (innovación, digitalización, internaciona- lización), las empresas requieren de cierta dimensión mínima, por lo que se hace necesario fomentar los procesos de crecimiento del tejido empresarial de nuestro país.
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