COMPETENCIAS DIGITALES Y COLECTIVOS EN RIESGO DE EXCLUSIÓN …

COMPETENCIAS DIGITALES Y COLECTIVOS EN RIESGO DE EXCLUSIÓN EN ESPAÑA

Las transformaciones tecnológicas asociadas a la digitalización en el ámbito económico giran en torno a tres ejes fundamentales: la automatización de procesos en el ámbito laboral, que sustituye o transforma las tareas realizadas por los trabajadores; la digitalización de bienes, servicios y multitud de actividades en datos e información tratable a distancia, que permite reconfigurar los modelos de negocio de las empresas; y la revolución digital de las condiciones y mercados laborales con el desarrollo de las plataformas digitales (Pérez et al. 2020). En el ámbito social, pero que también afecta a las empresas, las aplicaciones son muy variadas, pasando por las facilidades que ofrece la administración y la banca electrónica, las redes sociales en el ámbito de la comunicación y la publicidad, las plataformas digitales de búsqueda de empleo o el comercio electrónico. Evidentemente, estos ejes se apoyan en una transformación fundamental: la conectividad que permite que los datos fluyan, que las personas se comuniquen, trabajen e intercambien bienes y servicios independientemente de su localización, y que se conecten más y más objetos a Internet (Internet de las cosas) (Comisión Europea 2020a). La dotación de equipamiento TIC (además del acceso a Internet, dispositivos como ordenadores, tabletas, smartphones , etc.) conforma un primer paso fundamental que facilita el acceso a la digitalización, pero este equipamiento no es condición suficiente que garantice beneficiarse plenamente de sus oportunidades. Para que el potencial de la digitalización se haga efectivo, se necesita un elemento clave: el adecuado aprovechamiento de las inversiones TIC. Para ello, tanto individuos como empresas e instituciones han de contar con las competencias tecnológicas y digitales que permitan implementar los desarrollos de las TIC. Por lo tanto, las políticas — tanto de las Administraciones públicas (AA. PP.) como las de las propias empresas— han de apostar decididamente por potenciar las oportunidades que ofrece la digitalización al mismo tiempo que se intentan paliar y minimizar

sus riesgos. De acuerdo con la Comisión Europea (2020a), los beneficios derivados de las tecnologías digitales no están exentos de riesgos y de costes, en el sentido de que muchas personas se muestran preocupadas por lo que sucede con sus datos personales. Asimismo, la ciberactividad maliciosa puede poner en peligro el bienestar o perturbar infraestructuras críticas e intereses de seguridad más amplios. Adaptarse a la digitalización supone una gran oportunidad para países, individuos y empresas, pero puede convertirse en un gran riesgo si esta no se aprovecha adecuadamente. La Comisión Europea afirma que quiere una sociedad en la que «toda persona debe tener la oportunidad de prosperar, elegir libremente y con seguridad y participar en la sociedad, con independencia de su edad, género o situación profesional» (pp. 1-2). El gran riesgo asociado a la digitalización es la desigualdad que surge entre los que se adaptan a ella y los que no lo hacen, con consecuencias sobre el tejido económico y social que pueden llegar a frenar el crecimiento y la productividad de los que peor se adaptan, e incluso generar determinadas formas de exclusión (social, laboral, financiera, etc.). No todo el mundo tiene la capacidad de utilizar las tecnologías digitales de manera óptima, lo cual entraña una nueva forma de desigualdad: una brecha digital que puede llegar a reforzar la desigualdad socioeconómica existente (OCDE 2019b). En este sentido, la mejora de la educación y las capacidades constituye una parte fundamental de la visión general de la transformación digital en Europa (Comisión Europea 2020a), ya que las empresas necesitan empleados con destreza digital para prosperar en un mercado mundial impulsado por la tecnología y los mismos trabajadores necesitan competencias digitales para tener éxito en un mercado de trabajo cada vez más digitalizado y en rápida evolución. Como hemos señalado anteriormente, la Comisión Europea es muy consciente de la importancia de la digitalización, hasta el punto de ser uno de los

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