COMPETENCIAS DIGITALES Y COLECTIVOS EN RIESGO DE EXCLUSIÓN …

07 | CONCLUSIONES

básicos (hasta secundaria obligatoria), de los que el 42,5 % son personas de mayor edad (de 55 a 74 años). Por lo tanto, alrededor de un 18 % de la población entre 16 y 74 años es mayor de 55 años y con estudios básicos, un colectivo en especial riesgo de sufrir brecha digital. Las políticas de empleo encaminadas a reducir la elevada tasa de paro de la economía española presentan sinergias de distintos ámbitos. Así, a la vez que generan empleo, contribuyen a reducir la desigualdad en la distribución de la renta, ya que está demostrado que una de las fuentes más importantes de pobreza y desigualdad es no tener empleo. Pero a la vista de los resultados obtenidos en este informe, hay que añadir otra sinergia, y es la reducción de la brecha digital, ya que pasar de una situación de inactivo a parado, y de parado a ocupado, aumenta la probabilidad de poseer un mayor nivel de habilidad digital. Simplemente por el hecho de que haya desanimados que pasen a buscar empleo aunque no lo encuentren (parados), ya aumenta la probabilidad de tener una mayor competencia en temas digitales. Y si además se encuentra empleo, el impacto marginal es mayor. También la frecuencia de uso de Internet aumenta las competencias digitales de la población. Así, los que utilizan Internet diariamente tienen un 17,5 % menos de probabilidad de poseer solo competencias bajas o no tenerlas, por lo que es importante que la población tenga acceso a la tecnología, con dispositivos y una red que permitan acceder a Internet. A raíz del fenómeno de la pandemia de la COVID-19 y del confinamiento forzoso al que multitud de ciudadanos se han visto sometidos, así como a la continuidad de optar por el teletrabajo para guardar la distancia social en épocas de repunte de la pandemia, las habilidades digitales cobran más que nunca vital importancia. Muchas de las personas que partían de suficientes habilidades han visto reforzada su situación ampliando las actividades en las que interactúan digitalmente,

mientras que las personas que partían de un nivel más bajo de habilidades deberán superar su inercia inicial a no utilizar aplicaciones digitales y adentrarse en el manejo de nuevas herramientas hasta ahora poco o casi nada conocidas para ellos. Si la brecha digital no se reduce, tampoco lo harán las desigualdades económicas, e incluso se podrá ampliar la brecha salarial que separa los empleos donde es posible el teletrabajo (muchos de ellos con mayores salarios) del resto. Es importante combatir este problema ya desde el principio, entre los alumnos y estudiantes. Hemos observado que precisamente el colectivo de estudiantes es el que con mayor frecuencia se conecta a Internet y el que mayores habilidades digitales tiene, por lo que hay que seguir incidiendo en este colectivo, que será el futuro del mercado laboral una vez se incorpore a trabajar. Según la Fundación Telefónica (Rodríguez et al. 2020), la mayor parte de países desarrollados lleva las dos últimas décadas introduciendo tecnología en el aula con el fin de desarrollar las competencias digitales del alumnado a través de la alfabetización digital, que sería ir más allá del correcto uso de las tecnologías proporcionando competencias en los campos de las habilidades comunicativas, el sentido crítico o la capacidad de analizar la información a la que se accede. De cara a la aparición de nuevas profesiones en el futuro y desde el punto de vista de los contenidos, lo ideal sería incorporar en los itinerarios académicos las competencias digitales poniendo especial atención en las materias STEM (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas), así como en las llamadas artes (estudios STEAM), que integrarían las ciencias y tecnologías con una visión más humanista que permitiese el desarrollo de un entendimiento más integral del mundo, desarrollando aquello que diferencia a los humanos de las máquinas: la creatividad, el pensamiento crítico, las emociones, el trabajo en colaboración y la capacidad de inspirar (Escamilla 2019). La crisis de la COVID-19 nos muestra diversos ejemplos de que no poder acceder a la red ya sea por falta de dispositivos/conexión o de habilidades digitales atenta contra el principio

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