Durante esos primeros 25 años de actividad docente, Lucas Ortiz Benítez fue partidario de estrechar el vínculo entre la escuela y la comunidad, y gracias a las enseñanzas que le brindaban sus estudiantes –niños, jóvenes y adul- tos–, así como los otros maestros con los que interactuaba, consideraba que ese era el papel que debía desempeñar el maestro rural: ser factor para el mejoramiento de las condicio- nes de vida de sus estudiantes y las comunidades. La década de 1940 marca un hito en muchos sen- tidos: la Segunda Guerra Mundial deja en ruinas los sis- temas educativos de varias naciones; se fundan la Orga- nización de las Naciones Unidas y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco); y se firma la Declaración de los Derechos Huma - nos. En México se abandonaba la llamada educación
socialista, se otorga libertad de cátedra en los estu- dios superiores y se busca aprovechar el acelerado proceso de industrialización ocasionado por la gue- rra para orientar la formación hacia esos terrenos. En este contexto, Jaime Torres Bodet, como segundo director general de la Unesco, encarga a Ortiz Benítez la fundación del CREFAL . El cen- tro se establece en Pátzcuaro, Michoacán, en
1951, y recibe apoyo de la Unesco y otros organismos, como la Organización Inter- nacional del Trabajo, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y la Organización Mun- dial de la Salud.
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