Los artífices: dos siglos de educación en México

espacios para la mujer, sus escasos derechos, iban a sucumbir ante una instrucción pensada desde y para las mujeres. En 1870, mientras el país se restauraba tras el triunfo sobre los franceses, Cetina sentaba las bases de la profesionalización de las yuca- tecas mediante su incursión en la educación superior, la literatura y el periodismo literario, espacios hasta entonces vedados para ellas. En ese año creó el Instituto Literario de Niñas, del que fue directora hasta 1877. Dicen que Rita murió pobre y olvidada, aunque no por sus alum- nas, como Consuelo Zavala, que la visitaba acompañada de sus propias estudiantes. Rita Cetina le dio nombre a una escuela e inspiró una es- tatua y un himno con música de Rubén Darío Herrera. Sus restos des - cansan en la Rotonda de los Maestros Ilustres de Yucatán. Son pocos reconocimientos para una formadora de mujeres independientes, una modernizadora de los sistemas educativos y una heroína cuyo ejemplo cambió el destino de las mujeres de Yucatán, cuna del feminismo.

La Ley Orgánica de la Instrucción Pública en el Distrito Federal, promulgada en 1867, con el sello positivista de su creador, Gabino

Barreda, establecía que la educación primaria fuera laica, obligatoria y gra- tuita, además de que definía la edu - cación femenina como el cimiento ideológico para la paz y la modernidad.

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