Los artífices: dos siglos de educación en México

Justo Sierra (1848-1912)

Los fundadores de la Universidad de antaño decían: “La verdad está definida, enseñadla”; nosotros decimos a los universitarios de hoy: “La verdad se va definiendo, buscadla”. J usto Sierra fue nombrado profesor de Historia en la Escuela Nacional Prepa- ratoria en 1877 –meses después de la llegada de Porfirio Díaz al poder– debido a la intercesión de Ignacio Manuel Altamirano. Esta labor le resultó complicada: no había ma- terial didáctico. Por esta razón, se dio a la tarea de crearlo; con este propósito escribió los libros adecuados. En 1880 se publicó su Compendio de la histo- ria de la Antigüedad , al que le siguieron Compendio de historia general e Historia general . También pu- blicó otros libros sobre el mismo tema, pero en el ámbito nacional, a los que habría que sumar sus volúmenes puramente escolares. Esta anéc - dota da cuenta del tesón de Sierra en su pro- pósito evangelizador: deseaba una educación primaria obligatoria y que los programas de enseñanza fueran estructurados y modernos. Nacido en Campeche, hijo del erudito y periodista Justo Sierra O’Reilly y de Concep- ción Méndez (quien a su vez era hija de un

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